El mayor pero que se puede poner a estos premios es que ya se conoce de antemano quiénes son los ganadores, por lo que la gala, en toda su extensión, está condenada al aburrimiento. Si son dos horas de gala son dos horas sin emociones. Si son tres horas, como es el caso, son tres horas sin emociones. Su espíritu, muy próximo a los Grammy, en tanto que premia a artistas consolidados, en general relacionados con el folclore y la música tradicional, y nomina sin premiar a los artistas alternativos (Delorean, La Bien Querida), bien podría copiar las sorpresas o duetos que a menudo organizan los premios norteamericanos.
Vimos a La Bien Querida interpretando ‘De momento abril’ con anti haciendo coros, pero poco más. También actuaron Zahara, Aviador Dro o Miguel Poveda, pero sin grandes sopresas. A pesar de la ausencia de gags, guión o cualquier forma de entretenimiento, Alaska volvió a demostrar sus tablas como presentadora diciéndole a Vetusta Morla «lo que os gusta a vosotros un escenario» o manteniendo una sonrisa tanto para El Canto del Loco cuando soltaron lo de «Alaska for President» como para Aviador Dro cuando soltaron su discurso rojete sobre el trabajo y la piratería.
Diana Navarro también supo poner un poco de sal al asunto cuando después de entregar todos los premios de lengua catalana, vasca, gallega y asturiana, amenazó: «como hable yo en andaluz, os vais a enterar», y también fueron emotivos los homenajes a Juan Carlos Calderón, Bebo Valdés o Juan de Pablos, el último de los cuales se atrevió a gritar, frente a la multitud: «¡Viva el pop!». ¡Viva, viva! Que desde luego ver a Macaco entregar un premio a Aviador Dro tiene su miga ahora y la tendrá dentro de 20.