‘Un profeta’ remite a Scorsese, a Coppola y al cine social al que nos tienen tan acostumbrados Francia y países colindantes (vienen a la mente ‘Hoy empieza todo’ o ‘Rosetta’). Malik, casi un adolescente interpretado por Tahar Rahim, ingresa en prisión para cumplir seis años de condena acusado de un delito menor. Allí se encontrará un triste vaivén de bandas ante las que, ideológicamente, en principio parece permanecer bastante indiferente.
Audiard nos presenta un ritmo bastante vivo en la primera media hora que, desafortunadamente, no se repite durante el resto del metraje. Y no estamos pensando sólo en esa enorme escena en la que no sabes si vas a ver una felación o sangre salpicando por todos los lados, sino en esas impresionantes preguntas que aparecen en los primeros minutos. «¿Te gusta leer?». Respuesta: «no sé». «¿Comes cerdo?». Respuesta: «No, bueno creo que sí». En el resto, vemos a los diferentes personajes afrontar situaciones crudas, pero ni las escenas claves están a la altura de ‘El padrino’ ni el mundo paranoico-mágico, que da título a la película, termina de encontrar su explicación. ‘Un profeta’ es una película correcta y entretenida, pero no parece contener nada que justifique, entre otras cosas, su duración excesiva. 6
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