Era difícil mantener la calidad de su predecesor, y por eso muchos temíamos este nuevo álbum. Por suerte ‘Tierra, trágalos’ sigue teniendo el característico y encantador eclecticismo del que ya hacía gala el anterior. El LP se pasea cómodamente entre los sonidos tradicionales del pasodoble (‘El Rey del Mambo y la Reina de Saba’), el folk (‘Mamá no quiero ir al colegio’) y la bossa nova (‘Deja el odio para después de comer’); pero también la música disco (‘Forma, sentido y realidad’) y el noise (‘Ya estaba así cuando llegué’).
Si bien esto es un punto a favor, en lo que vuelven a demostrar claramente su valía es en las letras, que de nuevo son fascinantes y crípticas, pero también fácilmente comprensibles una vez leídas y digeridas. Esta vez la voz de Marina se arrastra y entierra un poco más en los instrumentos, obligando a recurrir al libreto, pero merece la pena. Los murcianos siguen tocando temas tan espinosos con maestría, y vuelven a hablar de la muerte sin reparos en ‘Mamá no quiero ir al colegio’ («Mamá no quiero levantarme porque no quiero morir / […] / Mamá no quiero hacerme viejo y que no haya marcha atrás») así como del miedo a envejecer en ‘Luego vendrán los madremías’ («Llegue el deterioro lento y cruel / de las fibras, de la carne y de la piel. / […] / Venga a quedarse la invalidez / la torpeza, la indecencia y la vejez»), una canción angustiosa por su letra, pero también por su melodía ruidosa, con una parte en la que Alejandro hace gala de sus dotes con la guitarra y la distorsión. Y vuelven a construir un verdadero antiestribillo sobre el sinsentido de la vida en ‘Forma, sentido y realidad’, donde entre referencias a secarse los pies y lavar la ropa después de pescar, dicen: «No digas que es absurdo, pues claro que todo es absurdo, eso intento explicar, ¿me estás escuchando?».
Es bueno que la banda tampoco se quede en los temas tristes, y otra vez tenemos frente a nosotros historias de amores de lo más naíf contadas con verdadero sentido del humor, como es el caso de ‘Sobria y serena’, cuyo simple título ya hace esbozar una sonrisa. Un dúo al más puro estilo de Pimpinela, con unos coros que parecen salidos de los mismísimos Jackson 5
. Un idilio en una discoteca en el que encontramos un diálogo muy Les Biscuits Salés («Te quedan bien las frases hechas» / «Pues nada, aquí estamos» / «Te queda bien el pantalón», «Es del Mango») con algún tinte trágico («el aliento insoportable / intentando impresionar, / una mezcla poco original / de humor y sinceridad / vas muy mal / Perdona, voy con mi amiga a bailar»). Una canción que causa horror para muchos al escuchar el disco, pero que una vez inmerso en ella, es imposible de olvidar.Admirable es además la forma en la que son capaces de introducir términos jurídicos y conceptos económicos, filosóficos y políticos en un lugar donde nunca creerías que iban a funcionar (hola, Bloc Party). ‘Carne de Bakunin’, dedicada al padre del anarquismo (quizá como forma de equilibrar el haber dedicado una canción a Mengele, personaje del nazismo y una clara apuesta por mantener las referencias históricas en las letras) habla de manos invisibles, gestión de los medios de producción y seres funcionales, sociales y racionales. ‘Ley y moral’ -cuyo vídeo ya se ha estrenado– propone un marco de regulación entre dos personas y ‘Los niños muertos y la decadencia política’ habla de tratados internacionales y de agresiones de Estado con un vocabulario de patio de colegio.
Es por tanto un placer ver que a Klaus & Kinski no les queda nada por demostrar. Han conseguido un estilo propio a base de no tener uno determinado, huyendo totalmente de los convencionalismos y atreviéndose además con algunos nada propios de los tiempos en los que vivimos. Y por otro lado, también tienen una imaginería propia muy particular, algo sólo al alcance de unos pocos en el mundo de la música, con unas letras en las que se entremezclan personajes populares con otros históricos y religiosos, sin que ninguno de ellos rechine en ninguna de sus composiciones. Y lo que es más, vuelven a crear un disco de 14 canciones y casi una hora de duración en el que -como su predecesor- no sobra ni falta nada. Y para el que no sepa o no quiera verlo, que se lea bien la letra de ‘Eres un sinvergüenza’, en especial la parte de «sabrás que me has infravalorado / no debía de ser tan horrible ni hacerlo tan mal / lo dice un diploma / que mi madre ha colgado orgullosa en el cuarto de estar».
Calificación: 8,7/10
Lo mejor: ‘Forma, sentido y realidad’, ‘Los niños muertos y la decadencia política’, ‘El Rey del Mambo y la Reina de Saba’, ‘Carne de Bakunin’, ‘Ley y moral’.
Te gustará si te gustan: Klaus & Kinski. O lo que es lo mismo: desde Nosoträsh hasta My Bloody Valentine, pasando por las verbenas de tu pueblo.
Escúchalo: en Myspace.