Han sido muchos los hallazgos de la serie que no se han perdido en esta segunda temporada. El enfrentamiento constante de la jueza interpretada por Blanca Portillo y el político corrupto interpretado por José Coronado, ha sido la gran baza de los 26 capítulos y les ha funcionado desde el principio hasta el final, como el juego entre lo que es lo justo y lo que no, si el fin justifica los medios y todas esas cosas que plantean las tramas policíacas. Personajes como el de Isabel Holgado o el interpretado por Alejo Sauras, que esta temporada ha cobrado más protagonismo, han conseguido no ser eclipsados por el genial de Blanca Portillo, que esta vez se ha manejado mejor en los momentos fuertes que en los sensibles, que además últimamente sobraban más.
A los guionistas se les ha ocurrido una nueva trama que no estaba nada mal, relacionada con la primera temporada, no muy disparatada para haber sido creada de rebote tras el éxito de los últimos episodios de la anterior y bastante bien resuelta y cerrada, con un par de sorpresas hacia la mitad que no creo que ni el más enteradillo del lugar esperara.
La cosa es que incluso los tontos que nos enganchamos a la ficción española nos hemos dado cuenta de que con los mismos argumentos, las tramas políticas, la puesta en duda ante los tribunales de los poco ortodoxos métodos de la jueza, la fiscal que la investiga, la única testigo capaz de reconocer al malo y el misterio de un asesino que actúa contra el mal; se debería haber compuesto un entramado de 13 capítulos mucho más emocionante que esto. Cuando uno de los personajes más queridos muere sin que te lo esperes y te vas a la cama sin inmutarte, es que no te han contado bien la historia. Lo que también puede verse agravado por la dejadez de una cadena que tan pronto emite la serie a una hora como a otra, dependiendo de si el partido de turno tiene prórroga o directamente te echa 10 minutos de capítulo sin sonido sin despeinarse. Si a Telecinco no le interesa su producto, ¿cómo te va a interesar a ti?
‘Acusados’ ha dicho adiós y sólo un millón y medio de friquis recordaremos con cariño el nombre de Rosa Ballester. Dentro de un tiempo seguro que pensaremos que fue mejor de lo que fue en realidad. Pero eso es lo que suele pasar con las series que, por lo menos, tuvieron algo. 5.