Es el nuevo must internetero. No es una red social, pero junto con FourSquare se está convirtiendo en la nueva place to be. Ya os hemos hablado antes de Chatroulette, pero ahora hemos decidido pasar una hora entera y contarlo. Ya lo hemos probado con anterioridad, con amigos y con varias cervezas en el cuerpo. Ahora es el momento de que un redactor se enfrente a uno de los monstruos de la Red, solo ante el peligro. No, no nos hemos encontrado a Ben Folds, pero no ha dejado de ser un experimento interesante.
Tecleo www.chatroulette.com en Firefox. No es el navegador que uso por defecto, pero a veces el Safari se atora un poco con esta web, y no quiero tener que cambiar a mitad de la sesión. El chat me pregunta si quiero permitir el acceso a mi webcam y a mi micrófono. «Permitir». Chatroulette me da la bienvenida: «Hi. Press New Game to start». Las reglas: ser mayor de 16 años, llevar ropa puesta y usar el botón «report» si vemos algo ilegal. Todo claro.
New Game.
Lo primero que me saluda al llegar a Chatroulette es un pene. No podía ser menos, parece ser que, después de un tiempo funcionando, la web se ha convertido en poco más que un mercado de pajas en vivo y en directo. No se sabe el motivo por el que la gente no usa Cam4. No es precisamente lo que voy buscando. Next.
Lo siguiente es un anuncio. Los piratillas ya han hecho de las suyas en Chatroulette, y han conseguido insertar anuncios de todo tipo. Report.
Por fin, una pareja con la que puedo hablar. Obviamente, me toman el pelo. «¿De dónde sois?». «De Afganistán, ¿y tú?». «De España. ¿Cómo os llamáis?». «Yo soy Tupac». Nos felicitamos los cumpleaños tras preguntarnos nuestra edad, bastante próximos ambos. Me aburro. Next.
Veo otra cola, dos indies, una cama vacía, un torso, una china, un tipo sin camiseta, uno que me hace los cuernos, anuncios, otra cola, la misma cola otra vez, un tipo vestido de vaquero. Todos se desconectan casi antes de que sea capaz de decir nada. ¿Tan feo soy? Aparece una especie de discoteca, con luces y láseres. Ni idea de qué es. Next. Lo siguiente es una tipa hablando por el móvil «¿Ocupada?» «No, realmente no». No habla mucho. Me aburro. Next.
Un tío con unas Wayfarer, una cola, un chico medio mono, un tío tocándose por encima del pantalón, dos pares de tetas con anuncios, una pared, el gato de Shrek, dos tíos jugando a la Wii y unos perroflautas después, llega el momento estelar de la noche, el más divertido: me hacen un calvo. Y no una, sino dos veces. Me parto de risa, pero como veo que no van a parar y que son demasiado jovenzuelos, paso. Next.
Inmediatamente después aparece un niño rollo emo, que dice tener 18 años y vivir en Birmingham. Tenemos una conversación más o menos agradable, por primera vez en veinte minutos. Después de preguntarnos las cosas más tontas (de dónde eres, qué años tienes, cómo te llamas, has estado alguna vez en mi país…), le pregunto que si estudia o trabaja. Pasa, porque se desconecta. ¿Y qué quieres que haga, que te declame a Shakespeare?
Mi siguiente partner soy yo mismo. Es la imagen que sale de mi webcam, y alguien empieza a pintarme unas gafas encima de los ojos. Al principio me hace gracia, luego empiezo a pensar que esto de Chatroulette no es tan divertido, que vete a saber tú quién te está grabando y que me da mal rollo. Next.
Varias colas y un grupejo de niñas después, aparece un tío con barba, cantando. Canta más o menos bien. «Nice song!». No contesta. Sigue cantando. Me resulta raro quedarme ahí, no parece ser alguien famoso y no conozco la canción. Adiós. Next
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Siguen sucediéndose los partners en Chatroulette, pero nada especial. Finalmente, aparece otra cola, y decido esperar, como quien no quiere la cosa, a ver qué hace. Creía que iba a desconectar, pero no, el tipo sigue y va perdiendo la vergüenza. Ahora mismo veo una polla erecta en mi pantalla en todo su esplendor. Al final me habla. «Hola». «Jajajaja! Hola». «Jijijiji». «¿Qué haces?». «Pues no mucho, ¿y tú?». «Para no estar haciendo mucho, tienes la polla fuera de los pantalones». «Puedo hacer lo que me pidas». Realmente no estoy muy interesado en ver cómo se pajea en mi cara (prefiero el directo), así que sigo. Stop.
Estoy cansado, pauso el tema un momento y me fumo un cigarrillo tranquilamente. Me estoy aburriendo, aunque ya se me ha pasado media hora, casi volando. De repente, se me ocurre una idea estrella. En otras ocasiones, me he dado cuenta de que añadir tonterías al juego de Chatroulette triunfa. Me levanto y cojo una careta gigante de Jack Skellington (‘Pesadilla antes de Navidad’) que tengo por casa. Está hecha a mano, es de papel maché y mi visión y capacidad de teclear quedan reducidas a la mínima expresión, pero merece la pena intentarlo. Empiezo a sudar, la cosa da un calor terrible. «Round ended. Press «Again» for another round». Again.
La cosa mejora. La gente aguanta un rato antes de desconectarse. Algunos se ríen, otros me hacen los cuernos y otros ponen cara de sorpresa. Unos críos se parten y se ponen una máscara horrible que tienen por ahí. Es una especie de monstruo con una lengua enorme, superfea. Mi Jack Skellington se merece más. Next.
Varias personas más hablan conmigo. «Hola Jack». «Jack, ¡por fin te he encontrado!». «Me encanta ‘Pesadilla antes de Navidad'». «No destruyas las próximas Navidades, por favor». Al final doy con tres tíos emporrados y hablo un rato con ellos. Me ofrecen marihuana todo el rato (?) mientras no paran de reírse. Me piden que me quite la careta, seguimos hablando, pero están tan drogados que no entiendo nada. Next.
Una tía en ropa interior se ríe cuando me ve. Se acomoda en el sofá y empieza a tocarse. Es el inicio de una larga lista de prácticas sexuales que me voy a encontrar a partir de ahora: una película porno, varios tipos pajeándose, y una pareja practicando sexo oral. Vaya tela, a la gente se le ha ido la pinza del todo. Finalmente doy con unos perroflautas con mac que beben cerveza y bailan frente a mí, pero no hablan y me aburro. Ciao! Next.
A la gente le gustan los frikis, mucho. Doy con varios grupos de personas bastante bebidas que se ríen en cuanto me ven, y finalmente doy con otro que está igual que yo, es el de la imagen. Dos frikis frente a frente. «Luke, soy tu padre». «No, no lo eres». El tipo respira exactamente igual que Darth Vader, no sé cómo lo hace. «Lo mío tiene más mérito, está hecho en casa». Next.
Mi experiencia en Chatroulette está tocando a su fin. Estoy verdaderamente harto de la máscara, tengo que sujetarla todo el rato y estoy pasando un calor de mil demonios. El tipo de la foto pone la cara que estáis viendo. Hablamos un rato de cosas banales. Uno más y me voy.
Otra cola. Esta vez el tipo ya está pajeándose, sin introducciones de ningún tipo. «Cariño, ni siquiera sé tu nombre, no puedo seguir viendo esto». Corto y cambio. He alcanzado mi tope de ver pollas vía webcam. Definitivamente y como todo en esta vida, mucho más divertido en grupo que en soledad.