‘Mujeres desesperadas’ es una telenovela. Con sus personajes que se quedan ciegos, paralíticos y embarazados a la primera de cambio. Una serie que no es una esclavitud seguir porque como apunta el que ve simplemente un capítulo de vez en cuando «ellas siempre están igual». Cada temporada Wisteria Lane tiene un inquilino nuevo detrás del que siempre hay un misterio (¡¡¡uuuuhhhh!!!), pero cada una es sostenida en realidad por el excelente cásting, sólo comparable al de las ‘Las chicas de oro’, con el que los productores de la serie han creado un clásico.
Susan, que no tiene oficio ni beneficio (ahora la han hecho maestra, ya era hora), es el personaje más típico aunque se le perdona porque aporta el marido guapo; los Scavo, en su constante tira y afloja por comprobar cuál de los dos tiene razón, son los Roper del siglo XXI; Gabrielle sigue fantástica con el puntito justo de pija superficial e hijas gordas y la republicana Bree Van de Kamp sigue brillando año tras año como el personaje clave, fascinante en su mezcla de rectitud y desmelene ocasional. Suyos han sido muchos de los mejores momentos, como aquel en que sentía su primer orgasmo o contemplaba por primera vez la ausencia de su marido a la mesa en un entorno ordenado y perfecto. A día de hoy, sigue funcionando su relación de amor/odio con su hijo gay.
Esta sexta temporada ha sido la del comentado accidente de avión que llega a Wisteria Lane, la de la infidelidad de uno de sus personajes, el nuevo embarazo de otro y, como para que no decaiga, hemos vivido más de un misterio nuevo en los últimos episodios, además de los dos que, como es tradición, se avanzan para la séptima temporada a partir de otoño (parece que pueden ser ocho en total). Sin embargo, la serie seguirá triunfando por una razón muy sencilla: cuando ves ‘Mujeres desesperadas’, te ríes. Nunca fue una sitcom de 20 minutos al uso, pero siempre tuvo claro en qué categoría tenía que competir en los Emmy. Detrás de los asesinatos imposibles, atropellos y muertes improbables, a lo ‘Misterioso asesinato en Manhattan’, siempre queda una sonrisa que en más episodios de los esperados se convierte en carcajada. 8.