No podemos asegurar a ciencia cierta a qué se debe el fallo, pero ahí van algunas apreciaciones. Para empezar, ¿qué le ha pasado a Ferreiro en la voz? Siempre ha tenido un tono difícil pero, ¿es que acaso ha perdido el control sobre ella? Los finales de los versos de ‘Canción de amor’ son prácticamente insufribles, así como ese tono medio infantil o medio esquizofrénico (es difícil definirlo) de ‘La Jetee’.
La elección del single, además, es poco acertada. Pese a que el disco tiene alguna otra canción que podría haber sido un pepinazo, Ferreiro parece dispuesto a superar viejas rencillas ahorrándose el psicólogo. ‘Farenheit 451’ es la típica canción que resulta pegadiza, eso es innegable, pero totalmente innecesaria y gratuita. La típica canción en la que piensas «si se muerde la lengua ahora mismo, se envenena». No se sabe muy bien a qué vienen frases como «cerdos ignorantes / sois todos unos hijos de puta» o (la que es peor) «yo era el dedo en el culo / de aquellos que me cruzaba». Sin embargo, como el típico niño que sabe que ha hecho una travesura, lo más bochornoso son las excusas del final, los perdones por haber escrito semejante canción «si a alguno que escuchó esto / le sentó mal o le quemaba / que sepa que yo no opino / que sólo cuento lo que pasaba […] que si no te gustó esta letra / tenemos guerra declarada».
En el resto de pistas, la cosa no mejora demasiado. Casi todas son totalmente olvidables (y lo que es peor, desechables). Hay dos que quizá se pueden salvar de la quema, dos que recuerdan brevemente a ‘Relax’, uno de los grandes discos de Los Piratas. ‘Perdidos’ y ‘Paraísos perdidos’ (no, la originalidad tampoco es bandera del álbum) llevan a pensar que quizá lo de este chico, en este disco, ha sido un lapsus. Esperemos que sea así.
Calificación: 3,5/10
Lo mejor: ‘Paraísos perdidos’, ‘Perdidos’, ‘Canción de Navidad’.
Te gustará si te gusta: mucho, mucho, pero mucho Iván Ferreiro.
Escúchalo: en Spotify.