Y esa fue la gran virtud del concierto. «No me ha dado tiempo ni a ponerme a sudar», se quejaba un fan en la puerta a la salida. ¿Quiénes serán esas misteriosas personas que quieren ver un concierto de dos horas de un artista que tiene un disco? El show de Ke$ha fue ameno y divertido porque fue al grano. Sonaron cinco canciones, dejando para el final ‘Your Love Is My Drug’ y ‘Tik Tok’ y sí, alguien pudo echar de menos ‘VIP’ o ‘Take It Off’ (prefirió ‘Fuck Him (He’s A DJ)’ y ‘Party At A Rich Dude’s House’, celebradísima también
), pero si la cosa triunfó fue porque se extendió lo justo como para que no nos cansáramos de ver a su banda de cuatro músicos buscar efectismos visuales y sonoros, a Ke$ha pegándole al rollo bollo o lanzando confeti a través de un cañón al público, etcétera. Es un consuelo, además, que se note que no quiere ser Lady Gaga. Lo suyo es más burro, más bruto, más «party-destroyer». Más Stradivarius que Steven Klein. Pues guay, también. 7.Foto: Vodafone Secret Shows