Aquel que decidiera estrenarse en el Sónar con el concierto de Speech Debelle en el Escenario al aire libre SonarVillage se encontró frente a un concierto 100% orgánico de cantante, guitarra acústica, batería y contrabajo. Se perdieron muchos matices debido a la decisión de afrontar el show con esta formación. Por ejemplo, el set comenzó con la genial ‘The Key’, que no fue lo mismo sin los arreglos de viento. Por otro lado, no se entendió que no se aprovechara la presencia de la guitarra para sacar partido de ‘Searchin». Sin embargo, Speech Debelle cuenta con una increíble presencia, la mujer no dejó de rapear y animar a Barcelona repitiendo constantemente el nombre de la ciudad y su camiseta blanca «Nobody Knows I’m Elvis» triunfó. Aquello se acabó con la interpretación de ‘Bad Boy’, tan sólo después de media hora de show y el resultado fue bueno, aunque no del tamaño de un Mercury Prize.
Tan llena estaba la carpa SonarDôme antes de que empezara Caribou que probablemente por eso el grupo decidiera adelantar un par de minutos su set. Era imposible meterse en la carpa en sí y el único lateral abierto, el izquierdo, estaba repleto de gente intentando avanzar para ver algo. Parecía difícil disfrutar del show en aquellas condiciones, pero la cosa fue incluso a peor cuando el concierto comenzó y la música a veces rozaba lo inaudible. Daniel Victor Snaith no dejó de pedir que le subieran el sonido, cosa que no terminó de suceder. Pero a veces también la culpa parecía suya: cuando regulaba bien su voz, se entendía lo que cantaba y la gente alzaba los brazos. Después, se volvía a apagar.
El grupo, en formato cuarteto, optó por un set de vocación techno, recreado en su último disco ‘Swim‘, que definitivamente pega mucho en DFA y en lugares donde se suelen desplegar conciertos de LCD Soundsystem: recintos más grandes. No hubo casi rastro de su pasado más tropical, a pesar de que sonó en tercer lugar su hit de ‘Andorra’, ‘Melody Day’. Fue un éxito para Caribou atraer a tanta gente, muy dispuesta a disfrutar de temas instrumentales con dos baterías en primer plano sobre el escenario. ‘Odessa’, hacia la mitad, se vio enriquecida por una flauta dulce a cargo de Snaith. Sin embargo, sólo hacia el final, durante ‘Sun’, cuando la gente vio que aquello se acababa y los bombos empezaron a sonar a un volumen decente, el concierto llegó a convertirse ligeramente en una celebración.
Broadcast asustaron en los primeros instantes con un show experimental basado enteramente en proyecciones en blanco y negro y algunos lo abandonaron al poco, después de haber llenado el SonarHall. James Cargill se sitúa en el extremo izquierdo, Trish Keenan en el extremo derecho y el centro se dedica a una pantalla que anuncia tres partes del set: ‘Winter Sun Wavelenghts’, ‘Songform and story’ y ‘Dreams Ritual’. La primera consiste en ambos experimentando en directo con las máquinas y las voces, creando sonidos ambientales con algún bombo africanista, que al parecer se corresponden con una de sus bandas sonoras. La segunda se compone de una decena de canciones pop, aunque sin recurrir a ninguno de sus hits más claros: ni ‘Pendulum’, ni ‘Before We Begin’, ni ‘Colour Me In’, ni ‘America’s Boy’, ni ‘Long Was The Year’, ni ‘Michael A Grammar’, ni ‘Come On Let’s Go’.
Aunque el dúo está concentrado en su última etapa experimental sí suena por ejemplo ‘Black Cat’ y temas como ‘In Here The World Begins’ cautivan por completo. El show termina funcionando a la perfección debido al encanto de la voz de Trish, a su afán por bailar con su sombra frente a las proyecciones (especialmente durante el último tema mencionado) o a su atención por mirar las pantallas y que lo que suena se corresponda con lo que vemos. La tercera parte se compone casi en exclusiva de un tema en el que Trish repite «what you want is what you don’t need» y desde luego no necesitamos los hits que queríamos para disfrutar de su concierto.
Tras Speech Debelle, el SonarVillage dedicó la tarde a Suiza, irónicamente después de que este país derrotara a España en los Mundiales. Alcanzamos a ver terminar el concierto del dúo Larytta, al que la nota de prensa describía como un compendio de africanismo, R&B y un poco de todo, algo que comprobamos ayer en nuestro playlist. Al final el concierto en sí no tuvo nada que ver. El dúo se dedicó sobre todo al electrofunk de melodías la mar de resultonas y entretenidas, que consiguieron hacer bailar a la gente distraída mientras rapeaban sobre alguna base y finalmente lamentaban tener que abandonar el escenario tan pronto.
Fotos: Sónar