Heineken Jazzaldia 2010

La 45ª edición del festival de Jazz de San Sebastián, con algunos recortes de presupuesto respecto a años anteriores, fue todo un éxito de afluencia. Resultados como los más de 20.000 espectadores (según la organización) que asistieron al show de Patti Smith en la playa de la Zurriola o que el veterano George Benson agotara con semanas de antelación las localidades para su actuación en el Kursaal son signos del buen estado de salud del festival. Aunque cada año incluya más elementos que se alejan del jazz, es positivo el acercamiento de todos los estilos a un público diverso y al marco incomparable que entraña la capital guipuzcoana.


Puede ser que los californianos The Morning Benders suenen a típica banda melosa que sufre un continuo sinvivir amoroso. La sorpresa llega cuando los ves en directo y te das cuenta de que lo almibarado funciona. En un paraje como es la playa de la Zurriola y con la tranquilidad de gozar el pasado jueves de un concierto de este nivel, el cuarteto liderado por el simpático Chris Chu mostró sus dotes más acústicas y también, para sorpresa de muchos, las más eléctricas. Defendieron correctamente canciones como ‘Boarded Doors’ y ‘Waiting For A War’ con extendidas pausas de charleta entre canción y canción. Una de las grandes sorpresas llegó cuando se atrevieron a versionar ‘Ceremony’ de New Order, donde la voz de Chris Chu se volvió oscura, emulando a Bernard Sumner. Como colofón final, el esperadísimo ‘Excuses‘ hizo que los asistentes participaran en la canción coreando la melodía. Ofrecieron un final espectacular con el libre albedrío de los instrumentos y Chris Chu rascando la guitarra a más no poder.

These New Puritans llegaron al Escenario Verde en forma de penumbra y humo. La espesez de las texturas y la envolvencia de su sonido invitaron al público a un ambiente misterioso y, a la vez, bailable. Tuvieron la amabilidad de incorporar dos instrumentos de viento en su directo, siguiendo la línea sonora de su último trabajo, ‘Hidden’. Las canciones estaban bien llevadas al directo aunque la voz de Jack Barnett falle por momentos. El 80% del poderío de los puritanos fue, sin lugar a dudas, el batería, quien conseguía establecer una serie de ritmos dignos de los clubes de hip-hop más selectos. These New Puritans vinieron consistentes con su propuesta pese a la indiferencia por parte del público. Lo único que pedían los asistentes era ese pelotazo que consiguió hacerles un poquitín más conocidos. Por mucho que tengan uno de los mejores discos en lo que va de año, TNP sigue siendo sinónimo de ‘Elvis’.

El sábado The Divine Comedy sorprendía a muchos «vírgenes» de sus conciertos (como los calificó Neil Hannon en su bienvenida) con un conciertazo, alternando piano y guitarra acústica, plagado de bromas y guiños con el público. La copa de vino tinto sobre el piano de cola regó temas como ‘When a Man Cries’, ‘Have You Ever Been In Love’ o la genial ‘Can You Stand Upon One Leg’. Todo un gentleman

que se desabrochó la camisa para entregarse a la playa de La Zurriola.

Cuando llegó el turno de The Pains of Being Pure at Heart, la zona vip a la derecha del escenario estuvo a punto de derrumbarse (desalojaron a tiempo), pero no era de extrañar que nadie dejara de botar al ritmo de las distorsiones de los neoyorquinos, jovencísimos y enérgicos. Alguien dijo: «parecen algas», porque apenas mueven sus pies pero sus cabezas no dejan de dar vueltas con el pelo al viento por estandarte. ‘Contender’, ‘Stay Alive’ o ‘Young Adult Friction’ son ya temas que van camino de convertirse en clásicos a pesar de que los propios miembros de la banda ni se lo creen todavía. Algo debe de haber cuando fueron la banda más vista de todo el Jazzaldia.

La mítica plaza de la Trinidad que este año acogió a grandes figuras del jazz como Christian Scott, The Claudia Quintet, Ron Carter, Dave Holland o el saxofonista Archie Shepp, culminó esta edición del festival con el rock más de raíz a cargo de Kris Kristofferson y Elvis Costello y los Sugarcanes, que después de sus actuaciones por separado compartieron el escenario y algunas canciones.

Kristofferson, a sus 74 años, no es que esté para muchos trotes, pero en su mirada se aprecia la nostalgia del que ha vivido muchas cosas y la emoción del compromiso social en algunas de sus canciones. Como si fuera el abuelito de Heidi dándote las buenas noches, ofreció un concierto tranquilo, él solo con la guitarra, contando alguna que otra batallita y emocionándose con las cosas pequeñas, como cuando observaba que el público llevaba camisetas que él también tenía (de The Ramones, Jack Daniel’s… etc). I feel like home! Entrañable personaje.

Hasta que llegó Elvis Costello y su banda y nos levantó a todos de un respingo del letargo e hizo un repaso a sus clásicos, a versiones como su ya acostumbrado ‘You’ve Got to Hide Your Love Away’ de los Beatles y a temas de su último trabajo de estudio ‘Secret, Profane and Sugarcane’ como ‘Down Among The Wine and Spirits’, ‘Hidden Shame’ o la preciosa ‘She Handed Me a Mirror’. Estuvo acompañado en todo momento de los Sucarcanes, un sexteto de cuerdas y vientos al que no le faltaba el violín, banjo, slide guitar, contrabajo, acordeón, guitarras diversas, flauta en algunos temas y las estupendas voces de los chicos a los coros de Costello. Más de dos horas de concierto que incluyeron hacia el final el ‘Happy’ de los Rolling Stones y nos dejó a todos flotando con el rock sin adornos de Elvis Costello cerrando la edición del 45º Jazzaldia con broche de oro. Angèle Leciel, Ibon.

Fotos: jenesaispop / Heineken Jazzaldia

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