Aparecen de nuevo rasgos post-rock, kraut, prog y electrónicos, pero hay varias novedades aparte del idioma, como es el caso de la desaparición del bajo eléctrico. «Todos los graves están hechos con sintes. Puede que eso le dé un aire más futurista, pero la intención no era otra que hacer el disco texturalmente más «terroso». Apenas hay reverberaciones y otros adornos tradicionalmente asociados a la psicodelia. Nuestras guitarras, baterías, percusiones electrónicas y programaciones suenan secas, áridas, como el aire del desierto”, dicen en la nota de prensa. También aclaran que el nombre del disco y el cambio al castellano tienen que ver con nuestra situación socioeconómica actual: “Estamos siendo machacados política, económica, social y culturalmente por la apisonadora neoliberal. La decisión de hacer el disco en nuestro propio idioma es una postura política. También lo es la reivindicación del desierto como paisaje cultural propio”.