‘Los Pilares de la Tierra’, el bestseller en la tele

Con los miles de millones de ejemplares que ha vendido Ken Follet de ‘Los Pilares de la Tierra’, lo raro es que esta miniserie de ocho capítulos no haya tomado nuestras pantallas mucho antes. El escritor debe de estar encantado con esta nueva versión de la que es por descontado su obra más rentable, y se ha metido de lleno en la producción de esta miniserie que contribuirá -sin lugar a dudas- a hacerle un poquito más rico.


Lo más posible es que no quede nadie en sobre la faz de la Tierra que no conozca la trama de la historia, pero por si las moscas: albañil con ínfulas de arquitecto es despedido, y tras los tristes acontecimientos vividos (pierde a su mujer en el parto de uno de sus hijos), se dedica a buscar trabajo por todos lados, tipo errante, hasta que llega a un Priorato donde se está construyendo una catedral… que tardará años en ser terminada (tantos que pasará del Románico al Gótico como si nada).

Por suerte, esto que en el libro se explica con algunos errores -según lo que dicen todas las críticas-, en la miniserie sucede bastante más rápido: en dos capítulos nos hemos ventilado un tercio del libro, sin comerlo ni beberlo, y es precisamente la parte más aburrida, en la que se presenta a los personajes y se les va dando un destino para que se reencuentren. Y es que las casi mil páginas de la obra original no contribuyen a que sea fácil ni rápida de leer, aunque sí mucho más lineal que su homóloga televisiva: donde en el libro hay una trama secundaria bien definida a cada momento, que tiene su enlace y final, especialmente en el primer tramo; en la serie (quizá por la necesidad de acortar y de hacerla más accesible) muchas cosas suceden al mismo tiempo. Y esto es un arma de doble filo porque, mientras que es positivo por evitar al espectador incómodas tramas alargadas en exceso, también confunde a la hora de plantear una secuencia lógica de los hechos, que parecen sobrevenir a la vez sin ningún tipo de orden ni concierto.

No obstante, la adaptación es bastante decente -a pesar de ese tufillo a TV movie y a cartón piedra que se respira todo el rato-, y al menos es capaz de llevar un ritmo que genera interés en el espectador sin tener que recurrir a cliffhangers excesivamente exagerados. En este caso, la historia ha demostrado ya que es suficiente como para valerse por sí misma (no en vano ha resistido muchas reediciones). Lo más probable, eso sí, es que las haya sobrevivido porque, pese a que la construcción de la catedral es el eje principal de toda la historia, en realidad al público se la pela, y lo que mola es ver los cuernos, la sodomía, las intrigas palaciegas, las guerras, la traición y los tejemanejes político-eclesiásticos que conforman unas tramas secundarias que ríete tú de cualquier culebrón de medio pelo. Está claro: al ser humano le va la marcha, ya se desarrolle en la Edad Media, Contemporánea o Antigua. Porque, ya que estamos, ¿para cuándo la teleserie de ‘El Clan del Oso Cavernario’?

Calificación: 6/10
Destacamos: Que pese a las prisas por contarlo todo, la historia se mantiene bastante fiel al original.
Te gustará si te gusta: el decorado de ‘Águila Roja’.
Predictor: En EE UU no ha ido del todo mal. En España ya veremos, porque las series de trasfondo histórico a veces tienen mucho tirón. Por suerte es corta, lo que ayudará a completar su emisión incluso a horas intempestivas, aunque por los datos de su primera emisión (un 31,1% de share y más de 5 millones de espectadores), podríamos augurarle un gran futuro.

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Publicado por
Lolo Rodríguez