Cuenta Corbijn que para su segundo largometraje quería cambiar totalmente de tema, y por eso buscó un thriller. Descubrió la novela de Martin Booth ‘A Very Private Gentleman’ y se lanzó a realizar la adaptación. Una trama sugestiva, una estrella infalible (George Clooney), unas atractivas localizaciones (la montañosa comarca italiana de los Abruzos), un bonito cartel. Vamos, una de esas películas que, antes de verla, exclamas: “tiene buena pinta”.
Pero no. Es verdad que la trama engancha, por muy sobada que esté. Que George Clooney sale airoso de una interpretación donde debe prescindir de su herramienta más solvente: la voz. Que los paisajes son como para ir (en Vespa) el próximo verano. Pero no. La peli no funciona. Aparte de los topicazos antes descritos, que más que contextualizar dan risa, hay una serie de patinazos en el guión que restan credibilidad al conjunto.
[SPOILER] Por un lado, argucias de guionista tan caprichosas como, por ejemplo, la “justificación” de por qué ella lleva pistola: una forma cutre y grosera de crear misterio. Por otra, detalles que restan verosimilitud a la trama: ¿cómo puede haber un tiroteo nocturno en un pequeño pueblo italiano y que los vecinos ni se inmuten? ¿Dónde está la policía al día siguiente? ¿Por qué no investigan al “americano” si es un sospechoso evidente? ¿Y en una procesión, tampoco hay policía? [FIN SPOILER].
Las licencias de guión se justifican, e incluso celebran, en contextos tales como el cine poético o el puro espectáculo (la quema de pasos semanasanteros cual fallas era de lo más divertido de ‘Misión Imposible II’). Pero en una película donde se hace hincapié en la descripción naturalista del entorno, estos detalles no divierten, molestan.
En resumen, ‘El americano’ es una película que, mirando a los clásicos del thriller europeo (sobre todo el cine de Melville), crea un espejismo visual muy cool para intentar disimular su endeblez argumental. 5.