Antony And The Johnsons / Swanlights

Antony Hegarty es uno de esos artistas tan singulares, de una personalidad tan marcada, que son capaces de llenar por sí solos cualquier cosa que tocan. Su peculiar y emocionante voz, su ambigüedad sexual, su aparente fragilidad en contraposición a su poderío escénico, le han valido ser uno de los intérpretes más carismáticos surgidos en la música popular en los últimos diez años, e incluso traspasar la barrera de los melómanos más avezados para extenderse hacia públicos más amplios. Etcétera. Da la sensación de que Antony ha alcanzado el mismo y sospechoso estatus de intocable que ostentan otros artistas afines a él como Rufus Wainwright o Björk, que les otorga el poder para colar cualquier regüeldo como algo sublime. Peligro.


Que nadie vea esto como un feo intento por justificar el sobado «es masivo, ya no mola», porque no van por ahí los tiros. Se trata, más bien, de juzgar la nueva obra de este genio (sería de necios pretender que no lo es), su cuarto álbum. ‘Swanlights’ se presenta como el álbum maximalista de Antony, tras los más bien austeros ‘I’m A Bird Now‘ y ‘The Crying Light‘ (de 2009, un cuerpo aún caliente), y para ello se hace acompañar en gran parte del álbum de una versión multiplicada de sus Johnsons. Y para redondear el lanzamiento, se acompaña en su edición especial de un libro de los gordos (144 páginas de nada) que recopila textos, fotografías y cuadros realizados por él mismo.

Centrándonos en el álbum, ‘Swanlights’ reúne todos los aspectos conocidos de Hegarty hasta la fecha: el respetuoso por las estructuras clásicas del blues y el soul (en el single ‘Thank You For Your Love‘, a la postre el mejor momento del disco), el inquieto experimentador (en la mutante y vibrante canción que titula la obra) y el clasicista (en casi todo el resto del álbum). Esto, aun con innegables momentos de brillantez (los mencionados en la frase anterior más ‘Everything Is New’, ‘Christina’s Farm’ y ‘Salt Silver Oxygen’, en las que sí que se saca partido de manera excelsa a esa amplitud de medios), deviene en un conjunto poco cohesionado, con demasiados momentos que se recrean en la contemporaneidad entendida desde el prisma de un Michael Nyman. Y eso, desgraciadamente, lo aproxima peligrosamente al tedio.

Un tedio del que se salva por los pelos, por ejemplo, la ya conocida colaboración con Björk, ‘Flétta’, gracias a un interesante final. No es ‘Swanlights’ en absoluto un mal disco, pero sí de una tibieza que, viniendo de quien viene, resulta dolorosa. Quizá le iría bien a Antony regresar a su media de un álbum cada tres años y dejarse de prisas.

Calificación: 6,2/10
Lo mejor: ‘Swanlights’, ‘Thank You For Your Love’, ‘Salt Silver Oxygen’
Te gustará si te gusta: el último álbum de Rufus Wainwright, Michael Nyman
Escúchalo: en NPR Music.

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Publicado por
Raúl Guillén