La gira europea de la banda de Nueva Jersey tiene tres fechas reservadas en tierras españolas y la segunda de ellas, tras pasar por Bilbao, fue anoche, en la madrileña Sala Heineken, que estaba a rebosar de gente a la hora de su actuación. Cuando se apagaron las luces y se encendían dos lámparas que colgaban del techo la sensación era algo parecido a cuando va a dar comienzo uno de los encierros de San Fermín, y es que es bien sabido entre sus seguidores que sus conciertos no son precisamente algo relajado, tanto por parte de la banda como del público. Vitoreados por los asistentes, Greg Puciato, Ben Weinman y compañía lo dieron todo durante la hora y cuarto que duró la actuación. Comenzaron con ‘Farewell, Mona Lisa’, primer tema de ‘Option Paralysis‘, y el espectáculo era digno de ver: no sólo son unos músicos de altísimo nivel, sino que además se permiten hacer malabares con sus instrumentos, sobre todo Weinman, que parecía que en cualquier momento iba a destrozar la guitarra con tanta pirueta, pero no, estaba todo controladísimo.
Continuaron con ‘Fix Your Face’ y ‘Milk Lizard’, del celebrado ‘Ire Works’ (2007), y de este modo fueron repasando los mejores temas de sus discos, como ‘Sunshine The Werewolf’ de ‘Miss Machine’ (2004), ‘Sugar Coated Sour’ de ‘Calculating Infinity’ (1999) o ‘Gold Teeth On A Bum’ y ‘Widower’, de su último disco. Durante esta última, más calmada, y en la que Weinman cambió guitarra por teclado, dieron un respiro a los presentes, que buena falta hacía. Para rematar, el brutal bis: al grito de «dos más, hijos de puta» por parte de Greg, interpretaron ‘Panasonic Youth’ y ‘43% Burnt’, de su segundo y primer LP, respectivamente. Puciato estaba inspiradísimo, con las cuerdas vocales en perfecto estado, y además de animar al ya extasiado público, se lanzaba al foso, en una ocasión con el pie de micro, para cantar un tema desde allí. Y hablando del pie de micro, a poco no se carga Greg a alguien cuando decidió lanzarlo desde el escenario a la otra punta del foso, donde están los técnicos. Al finalizar el último tema, Jeff Tuttle (el otro guitarrista) fue desde el escenario al mismo punto donde acabó el malogrado objeto y parte del público invadió el escenario, que básicamente era lo que faltaba, tras todo lo que había acontecido. No está mal para una noche de miércoles, ¿no?