Primavera Club 2010 Madrid: jueves

En esta segunda jornada del Primavera Club 2010 en Madrid, en la que comenzaron a funcionar casi la totalidad de las sedes del festival, uno de nuestros redactores eligió ver a Rubik, Zola Jesus y The Jim Jones Revue y el otro a Eat Skull, The Rural Alberta Advantage y Small Black.


Con una actitud más punk que lo-fi, Eat Skull volvió a dar la nota en el segundo día del Primavera Club, esta vez en la sala con mejor sonido de todo Madrid, la Neu! (Galileo para los profanos). Ante un público escaso e impasible, la liaron parda y se pasaron más tiempo fuera del escenario que dentro: se lanzaban y abrazaban a la gente, se caían al suelo, tiraban los micros e incluso el bocata y la manzana que tenían encima del teclado por si les entraba el hambre. Sin embargo, la hora no era la adecuada para sus desmanes: los asistentes sólo empezaron a menearse cuando atacaron ‘Stick to the Formula’, el mejor tema de su segundo (y último) disco, ‘Wild and inside’. Horas después se les vería en el concierto de Holy Fuck y montando el lío en el Wurlitzer Ballroom, ya fuera de la programación del Primavera Club. 7,5. Merridew.

Como pensábamos, el sexteto nórdico Rubik posee cualidades y juventud para convertirse en una banda sobresaliente comercial y artísticamente. De hecho, es posible que su mayor rémora sea no ser británicos o norteamericanos. Con una variedad de recursos pasmosa que sumaba a los instrumentos tradicionales todo tipo de percusiones y teclados, un clarinete y un trombón, desplegaron ayer en la sala Nasti un auténtico espectáculo musical difícilmente clasificable, una épica pop que tan pronto tomaba elementos de indietrónica, de pop clásico y del rock tal y como lo entendían los Radiohead de ‘The Bends’, ejecutado con pericia técnica y con un gran sonido. Canciones como ‘Wasteland’ o ‘Goji Berries’ les valieron ovaciones que fueron agradecidas con sinceridad y modestia. Y podrían liarla aún más gorda en un escenario más amplio y con más público. 7,8 Raúl.

Con la actuación de Zola Jesus comenzada hacía ya algunos minutos, Nika Danilova nos recibió al entrar en Rock Kitchen con un chillido digno de una escena de ‘Saw’. Caminando sin apenas descanso de un lado a otro del escenario (lo cual resultaba casi cómico) mientras su compañero de escena permanecía estático al teclado, la pequeña y jovencísima cantante exhibió un chorro de voz ciertamente increíble, pero quizá su afán por exhibirla la llevaba a descontrolarla en exceso. Eso no deslució tanto el poder cautivador de su techno pop oscuro, estilo Xiu Xiu o Fever Ray, como sí lo hizo el desastroso sonido que provocaba un molesto crepitar en los teclados, para desesperación del músico de apoyo. Sin duda es una artista de magnífica proyección, pero anoche le faltó suerte. Lo cual no impidió disfrutar de momentos como ‘Night’, ‘Sea Talk’ o ‘Poor Animal’, del reciente ‘Stridulum II‘. 6 Raúl.

Más sanos que Eat Skull, los canadienses The Rural Alberta Advantage consiguieron llevar al público del Círculo de Bellas Artes donde quisieron. Es decir, a dar saltos y palmadas con sus canciones. Interpretaron buena parte de su disco de debut, ‘Hometowns’, así como un buen puñado de nuevos temas que gozaron de gran recepción y que formarán parte de su segundo LP, grabado este verano. Su folk-pop indie recordó mucho al de grupos como Port O’Brien, que actuaron en el mismo escenario del mismo festival pero el año pasado; The Walkmen u Okkervil River. Apoyados en el inmenso trabajo a la batería de Paul Banwatt, Nils Edenloff daba con su guitarra y su voz el punto de intensidad épica necesario y Amy Cole se ocupaba del contrapunto dulce… excepto cuando se ponía a aporrear un timbal. La gente celebró temas como ‘Don’t Haunt This Place’ o ‘Frank AB’ como si fueran números uno. 8

. Merridew.

Jim Jones es perro viejo y no se desanimó al ver una pista semivacia ante él. El ex Thee Hypnotics alentó a su espectacular banda y al público sin descanso para ofrecer un soberano show de rhythm & blues y rock ‘n roll lo más salvaje y ruidoso posible, probablemente el mejor en su estilo que pueda verse hoy día. Incansable como entertainer, Jones nunca dejó de contonearse, pedir yeahs y palmas, mientras sus secuaces incendiaban el escenario. A falta de un sonido que les hiciera justicia (nunca sabremos si la desaparición de la voz de Jones de mitad del show en adelante fue culpa suya o de la mesa), la Revue lo suplió con una potencia que movía los flequillos en las conocidas ‘Burning Your House Down’, ‘Cement Mixer’ o ‘Princess & The Frog’ junto a novedades como ‘Shoot First’ o ‘Dishonest John’, incluidas en su reciente segundo álbum (producido muy acertadamente por Jim Esclavunos, de los Bad Seeds). 8,5 Raúl.

A Small Black le tocaba el puesto difícil. Tenían que dar el tipo entre Rural Alberta y los esperadísimos Holy Fuck, y además a esa hora presumiblemente la gente aprovecharía para cenar algo. Por si fuera poco, la acústica de la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes les hizo un flaco favor. Hacen una combinación de música electrónica y pop con raíz ochentera que resulta agradable al oído pero quizá les falta un punto más bailable. Su música recuerda a muchas cosas, como The Cure o Cocteau Twins, cosa que juega tanto a su favor como en su contra, pues es posible que, a pesar de no haber dado un mal concierto, la mayoría de asistentes no tengan más que un vago recuerdo del mismo pasadas unas semanas. 6. Merridew.

El remate final del día lo pusieron los canadienses Holy Fuck que, gracias a la fama de sus impresionantes directos, congregaron una buena cantidad de público en el Círculo de Bellas Artes pese a que hoy repiten en idéntico escenario en un día quizá más propicio para el desenfreno. La ejecución del cuarteto en vivo es realmente espectacular en precisión e intensidad. Vale que no dejan de repetir una y otra vez el viejo truco de alternar subidita-bajadita-subidita, pero lo hacen tan hábilmente y con tal perfección que resulta imposible resistirse al baile, por muchas veces que les hayas visto hacerlo. Con su tercer disco en el mercado, ‘Latin‘, suman nuevos grandes momentos con ‘Latin America’ o ‘Red Lights’ a los recurrentes ‘Milkshake’ o esa ‘Lovely Allen’ que, pese a un conato de invasión, acabó con mayor calma de lo que es habitual. 7,8 Raúl.

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