Agustín Almodóvar dice que estamos ante «una agresión directa que quiebra el Estado de derecho» y que «se seguirá una nueva estrategia para el estreno de la nueva película de Pedro. Nuestra experiencia con ‘Los abrazos rotos’ fue tremenda. Contemplamos con impotencia cómo la película se difundía gratis, y encima con pésima calidad. Por eso, lo que ha pasado en las últimas horas nos obliga a una nueva estrategia con nuestro nuevo trabajo, ‘La piel que habito’. Retrasaremos a otoño su estreno, por primera vez, y como si fuéramos una major americana -que no lo somos- lo haremos a la vez en todo el mundo». Juan Antonio Bayona, director de ‘El Orfanato’, dice que sintió «perplejidad y enorme tristeza» al enterarse de que la ley era rechazada en el Congreso
y Kiko Veneno, que «nada puede explicarse en palabras, ante un ataque a la cultura como último reducto de contenidos libres».Juan Aguirre de Amaral da una de las opiniones más interesantes, en tanto que tiende una mano hacia la conciliación: «Nunca hemos apoyado el canon digital, incluso en los boletines de la SGAE nos hemos mostrado muy contrarios y críticos con la industria del disco. Gran parte de nuestra formación musical la hemos adquirido a través de casettes, así que no estamos en contra de que se puedan intercambiar archivos. El problema surge cuando hay webs que se lucran por la publicidad y con unos discos que no les pertenecen». Por su parte, Juan José Millas se muestra bastante crítico con la oposición. «Lo del PP es aparte: los más defensores de la propiedad privada en todos los ámbitos se comportan como anarquistas en el digital».
Finalmente Jota de Los Planetas ha escrito un párrafo en el que recuerda que las grandes beneficiadas son las compañías telefónicas. «Era una ley bastante limitada, no creo que solucionara nada. El Gobierno no está capacitado para elaborar una ley para que haya mecanismos de compensación. Las empresas telefónicas son las que se están llevando el dinero por este asunto. Las compañías son las que están vendiendo los derechos. No tenía demasiada confianza en esta ley ni en la capacidad de los políticos. Los mercados tienen mucho más poder y son los que acabarán con la cultura. Las telefónicas son las que tendrían que compartir sus beneficios».