La infancia de Mazzucchelli estuvo marcada por las publicaciones de ‘Spider-man’, ‘Batman’, ‘Los 4 Fantásticos’ o ‘Capitán América’. Tras el éxito de ‘Daredevil’, Mazzucchelli volvió a trabajar con Miller una vez finalizado el contrato con Marvel en Dc Comics, donde articularon el nuevo Batman en ‘Batman: Año Uno’, considerada junto a ‘Batman: el regreso del caballero oscuro’ como la mejor historia del hombre-murciélago. Tras abandonar el cómic de superhéroes decidió hacer un viraje con ‘Near Miss’ para la revista RAW de Spiegelman, donde fue de los pocos autores del momento rechazados.
Esto provocó en Mazzucchelli la edición de su propio medio, Rubber Blanket, cuya trayectoria se queda en tan solo tres números y donde el concepto se aleja de la comercialidad de los inicios para su propio desarrollo personal y experimental. Una vez abandonado el proyecto editorial y con Spiegelman de nuevo de por medio, esta vez para bien, se materializa la adaptación de ‘Ciudad de cristal’ de Paul Auster y una vuelta al mainstream.
Asterios, el protagonista de la obra que nos ocupa, es un arquitecto cincuentón que, como su autor, también se dedica a la docencia. Su apartamento de Nueva York se incendia tras una tormenta. Este fenómeno desata una tempestad y el clásico punto de partida de un personaje esteta, galán, fumador y excéntrico, que inicia un éxodo hacia un lugar con una estructura sofisticada y elegante sobre un armazón diseñado por un arquitecto que nunca ha construído nada. Eso es Asterios: un arquitecto infructuoso, un constructor que hace unos lustros podríamos haber descubierto en el vagón de fumadores de un tren de largo recorrido, lejos de compartimentos de ancianas viudas y menores acompañados.
Si algo se respira en ‘Asterios Polyp’ es el humo que sus protagonistas inhalan mientras hablan y tratan de cambiar de aires. Una atmósfera de dualidad en un dibujo aplastante, en su espinosa arquitectura, en las secuencias de su trazado y en lo más determinante: el color. Varias son las combinaciones utilizadas a dos: amarillo y magenta para los momentos presentes o la más definitoria, rojo y azul, que fija los trances pasados con Margarita, su ex mujer, hija de inmigrantes japoneses y una artista capaz de crear formas y espacios: una oponente y complemento a Asterios, como colores se oponen y complementan en otras obras relacionadas, como ‘Sombras’ de Warhol, el cartel de ‘Hable con ella’ de Juan Gatti o algunas secuencias del vídeo ‘Invisible Light’ de Canadá para Scissors Sisters. Una edición que la Editorial Sins entido ha cuidado en formato, colores y cubierta, fundamental para que el cerebro del lector se sumerja en un territorio a la altura de los pensamientos mudos de Asterios, que poco tienen de superhéroe. 9.