El capítulo de regreso ha sido completamente marca de la casa, algo plano pero muy entretenido, sin grandes sustos ni tensiones insoportables, manteniendo la idea de continuar más cerca de ‘Harper’s Island‘ que de ‘Prison Break’, como una especie de ‘Sensación de vivir’ o ‘Aulas vacías, corazones llenos’ con asesinatos, pero sin sangre, como manda el nombre de la cadena que la emite.
‘Pretty Little Liars’ tiene el punto kitsch de la metaserie paródica de ‘Siete vidas’, aún presente en el recuerdo de todos por las reposiciones de la TDT (qué bien está envejeciendo y qué infravalorada estaba) y así, puedes ver cómo estas jóvenes que han perdido a una amiga casi tan mentirosa como Laura Palmer, flipan más con el hecho de que una compañera se haya enrollado con un profe que con que otra sea atropellada; pero por encima de todo su trama engancha. De todos es sabido que no todos los días quiere uno encontrarse dándole vueltas a un guion de Lynch y ‘Pretty Little Liars’, basada en las novelas de Sara Shepard, tiene el punto de intriga y culebrón justo para reclamarte inmediatamente antes de irte a la cama o después de comer. Y no sólo en verano, sino también ahora, en temporada alta (por algo han decidido emitirla en enero).
Musicalmente y a pesar de la extraña cita a Band of Horses en uno de los episodios, ‘Pretty Little Liars’ se dedica a promocionar valores nuevos de potencial comercial en la radio americana tipo 2am Club (¿los Merche de USA?), aunque de vez en cuando hemos topado en su banda sonora con canciones de The Postmarks, White Hinterland o los completamente desconocidos en EE UU (y casi todas partes) Lucky Soul, así que un punto de regalo. 7.