Chile es un país de poesía más que de prosa. Hasta la llegada de un nombre de proporciones colosales como Roberto Bolaño (que además tiene una escritura panhispánica más que localista) si por algo era conocida la literatura chilena era por sus poetas, entre los que destacan figuras de talla mundial como Neruda y Gabriela Mistral, con Premio Nobel, y Vicente Huidobro que lo hubiese merecido igual. Poetas muy conectados con una querencia popular que estuvieron cerca de las manifestaciones musicales más destacadas de Chile en el pasado, como fueron La Nueva Canción Chilena surgida en los años anteriores al golpe, con la recuperación de folclore popular pero con una sensibilidad muy pop, un punto hippie y, en el momento de la verdad, de una toma de conciencia política muy fuerte. Nombres como Víctor Jara, Ángel Parra, Patricio Manns o la inabarcable Violeta Parra significan para la música chilena un manto que arropa y da entidad a los herederos de un legado reivindicado desde cualquier estilo en el futuro, a la manera que el movimiento beat ejerce de sombra del pop inglés hasta el día de hoy.
Los 90 comienzan con el despertar pop (al contrario que la mayoría de los países latinoamericanos, mucho más dominados por una sensibilidad rock), con bandas como La Ley, Saiko, Javiera y Los Imposibles o la estrella casi adolescente Nicole que, con su disco ‘Esperando nada’, se convierte en un fenómeno comercial para iniciar una carrera más personal que la llevaría a trabajar con Gustavo Ceratti (Soda Stereo) en el contundente ‘Sueños en Tránsito’ y a fichar por el sello de Madonna, Maverick, en una frustrada carrera en Norteamérica.
A finales de los 90 comienzan a surgir bandas que se mueven al margen del mercado. Con sensibilidad cercana al brit-pop o al indie en general aparecen grupos como Jirafa Ardiendo o Solar que, en tierra de nadie, son tomados como emblemas para una generación cuyas vías de escape son las fiestas en discotecas como Blondie o el mítico y ya desaparecido Teatro Carrera, espacio fantasmagórico, cuyas columnas y plateas parecían que iban a derrumbarse en cualquier momento al ritmo de Pixies, Smiths o Strokes, y que se convierten en un espacio de libertad musical, sexual, personal, que serán el caldo de cultivo de una nueva generación de músicos y públicos preparados para la eclosión.
Hay un momento decisivo. Congelador, una banda con querencia al rock indie herencia de Sonic Youth o Yo La Tengo, decide crear un sello para editar su propio disco. Así nace Quemasucabeza. No es el primer sello indie pero sí el más importante a la manera de Elefant en la independencia española. Tras los lanzamientos de sus propios discos, empiezan a editar a otras bandas hasta llegar a 2005, donde aparece un trabajo definitivo, el debut de Gepe ‘Gepinto’, disco grabado en dos días que recupera el folclore pero desde una óptica contemporánea (más cerca de Devendra Banhart que de Víctor Jara pero a la vez muy tocado por el espíritu lírico de este), que se convierte en el espejo de otros músicos que estarían por llegar. Hay que recordar que a diferencia de España, cuando allí se utiliza la palabra «folk», no se está pensando en Iron & Wine o en Bon Iver sino en algo mucho más propio sin el disfraz de la asimilación.
Al año siguiente la misma discográfica edita en Chile un disco sacado originalmente por el sello argentino Indice Virgen que, junto al de Gepe, son los que allanan el camino para la revolución que vendrá. Se trata de ‘Esquemas Juveniles’ de Javiera Mena. Las maquetas de ese disco y de otro acústico llevaban dando vueltas años, ella misma las ofrecía en las salas de chat de Soulseek para que la gente se descargase su música o la de su proyecto paralelo, el dúo electropop Prissa (antes llamado Televisa). El disco es una obra maestra del pop atemporal cargada de himnos como la titular, ‘Como siempre soñé’, ‘Al siguiente nivel’, ‘Cámara lenta’, una versión de ‘Yo no te pido la luna’, la canción popularizada por Daniela Romo que da muchas pistas de dónde viene Javiera y, por encima de todas, ‘Sol de invierno’, un dueto junto a Gepe que se convierte en un clásico instantáneo y en cierto modo un hito para la música chilena. Ese momento está captado de forma sencilla, sin pretensiones, en el divertido y en cierto modo revelador documental ‘Al unísono
‘, que trata sobre los dos intérpretes.Una escena que se reconoce aún desde diversos ámbitos y estilos, desde el hip-hop de Cómo Asesinar Felipes o los integrantes del Colectivo Etéreo, a la electrónica de baja fidelidad de El Sueño de la Casa Propia, pasando por propuestas más ancladas en lo tradicional como Chinoy y su voz inimitable, la citada Camila Moreno, Natalia Molina, Matías Cena, Caroklina o la estimulante Deplásticoverde, dando todos ellos matices contemporáneos a la música popular.
Y llega 2010. Como si se hubiesen alineado los astros, se editan en el mismo año una serie de trabajos de altísima calidad que rompen la barrera local y son alabados desde el sur del continente hasta Norteamérica y, al fin, desde España. Para un país de apenas 13 millones de habitantes, con una industria musical raquítica y mucho más en el ámbito independiente, se antoja casi inexplicable que hayan confluido todos esos trabajos tan notables de golpe. Hasta 11 de ellos aparecían en la lista de los mejores de la citada web Club Fonograma. Podemos destacar varios nombres propios de 2010. Sin duda uno de ellos sería el sello Cazador. Actuando como netlabel la mayor parte del tiempo, edita una serie de discos de altísima calidad como ‘Dónde están las jugueterías’ de La Reina Morsa, ‘Si no tienes nada que decir entonces calla’ de Fothers Muckers, ‘Reconoceronte’ de Los Mil Jinetes, ‘TV Gamma’ de TV Gamma, o esa absoluta joya, uno de los discos favoritos del pasado año para el que esto escribe, ‘Nortinas War’ de Protistas (parte de cuyos miembros tiene otra interesantísima banda llamada Survey Team). Un disco que no engaña de dónde sale con una cita que intertextualiza parte del ‘Dumb’ de Nirvana (una canción anterior al disco llamada ‘Elliot Smith’, ofrece un rock heredero de los años 90), poco complaciente en una primera escucha pero con el valor extra de unas letras absolutamente arrebatadoras, llenas de polvo y suciedad, muy depresivas y explícitamente localistas, que convierten este trabajo en algo muy especial.
Otros discos indispensables de 2010 en Chile son el de Odisea, seudónimo bajo el que se esconde Alex Anwandter (antes en Teleradio Donoso), transformado en un Jacko santiaguino y con un trabajo de aroma conceptual en el que construye una distopia sobre un Santiago fantasmal, con toques anarquizantes y musicalmente bailable hasta morir de deshidratación con ese absoluto hit que es el single ‘Cabros’; la consagración de El Sueño de La Casa Propia con el excelente ‘Historial de caídas’, mucho más ambicioso y que llega más allá que sus trabajos anteriores; la tropicalidad sicodélica de De Janeiros (banda en la que está Milton Mahan de Dënver también en 2010 con su proyecto en solitario Nueva Orleáns); Los Prehistóricos de Tomäss Preus con un disco de emociones a flor de piel como es ‘La Orquesta Oculta’ y canciones enormes; Perrosky, con un disco áspero con la producción del mismo a cargo de Jon Spencer; el regreso por partida doble de Carlos Cabezas; el nuevo trabajo de Panico, un grupo clásico en la escena independiente chilena radicado en Europa, que ya ha actuado en el FIB y fue telonero de parte de una gira europea de Franz Ferdinand, en el estudio de los cuales grabaron su trabajo ‘Kick’; el rock bailable, sucio y sexual de Miss Garrison en ‘Tire y Empuje’, perfecto para noches sin fin; la sicodelia electrónica un poco a lo MGMT de Astro y su disco ‘Le Disc de Astrou’; Óptica y Ondas con el complejo ‘Cartografía sonora y algunos accidentes geográficos’, y hasta grupos más mainstream como los ya clásicos Los Bunkers, que con su disco de versiones de Silvio Rodríguez ‘Música Libre’ han llegado, de manera un tanto inesperada, a ser llamados para actuar en el festival de Coachella, y más y más y más…
Pero tres discos han destacado por encima de los demás por su calidad y repercusión tanto local como internacional en 2010. ‘Audiovisión‘ de Gepe, editado por Quemasucabeza y disponible en España a través de Federación de Universos Pop, es la cristalización fastuosa del camino iniciado por él en su segundo trabajo ‘Hungría’ y perfeccionada en el significativo EP ‘Las Piedras’, que daba muchas pistas sobre lo que daría de sí este trabajo. Con una sensibilidad descomunal, un aire de electrónica un poco retro pero actual, una capacidad vocal que arropa como una manta y unas letras que destierran la ironía y lo abstracto de su obra anterior para buscar la ternura, ha cosechado grandes elogios en todas partes y lo ha situado ya como un clásico por derecho propio. Otro de los discos imprescindibles es ‘Música, Gramática, Gimnasia‘ de Dënver en el sello Cazador y disponible en España también a través de discos FUP. Desde el adelanto que significó ‘Lo que quieras’, con un maravilloso vídeo, una épica (y una cita) muy Planetas, pero también con elementos reconocibles de otros grupos de aquí como La Casa Azul, Family o la Buena Vida, y un hit incontestable como ‘Los adolescentes’ o diamantes como ‘En medio de una fiesta’, ha irrumpido en el panorama de prensa española (principalmente en blogs) colándose en multitud de listas de final de año en medios como Hipersónica, en el que llegó al puesto 10, Lanadadora o en la propia de JNSP.
Por último, el disco que más elogios y tinta hizo correr de entre los venidos de Chile, el esperadísimo segundo trabajo de Javiera Mena, titulado de manera escueta ‘Mena‘. Lanzándose a la autoedición en su propio sello Unión del Sur (junto a su productor Cristian Heyne, productor a su vez del disco de Dënver y del de Gepe en un año para enmarcar en su carrera) el disco es extrovertido, bailable, intenso, profundo y sencillamente magistral. Colaboraciones de lujo como Daniel Hunt de Ladytron, Kelley Polar o la sonadísima con un admirador de la diva chilena como es Jens Lekman, deslumbrado por su trabajo en una visita al país (al igual que les ocurrió a otros admiradores de Mena de postín como son los Noruegos Kings of Convenience), en la canción más clara del disco, ‘Sufrir’, eleva el disco a un nivel bastante complicado de superar en posteriores trabajos.
Pero eso es el futuro. Y el presente es un 2011 que ya ha comenzado de manera excelente con el disco de la ex Colectivo Etéreo Dadalu ‘Periodo’, Fakuta, el inesperado regreso tras unos años de paréntesis de los pioneros Les Ondes Martenot, herederos directos del sonido Donosti, con su encantador ‘Dos’, o el anuncio de que Astro estaba produciendo lo nuevo de Protistas. Así que esperamos un 2011 venido de Chile si no tan intenso y revelador (cosa casi imposible), sí que continúe descubriéndonos nuevas bandas u ofreciendo más discos que nos hagan disfrutar y mirar con un poco más de cariño a ese pedazo de tierra que también sentimos en parte como propio.