‘I’m Still Here’ avanza en tres direcciones. La primera como gran performance destinada a provocar la reacción de los medios. La puesta en escena de una enorme mentira como método para alcanzar una gran verdad. El protagonista es un inconmensurable Joaquin Phoenix (actor) que se pone la máscara de Joaquin Phoenix (personaje) para desenmascarar, al modo de un Sacha Baron Cohen
Segundo, como gigantesca broma contra el mundo de las celebridades (al que, por otra parte, pertenecen Affleck y Phoenix). Una forma de “reírse el último” y sacar los colores a todos aquellos que hicieron sangre sobre la decisión de una estrella de Hollywood de cambiar el rumbo de su carrera. Y tercero, y más interesante, como ficción que emerge en el corazón de un contexto real, social. La historia de un actor famoso, desbordado por la fama, que quiere cambiar su vida y convertirse en cantante. En sus errores, fracasos, soledad, crisis existencial y pulsión autodestructiva convergen los tres caminos, llevando a la película por los amargos senderos abiertos por Gus Van Sant en su retrato de otra estrella: ‘Last Days’ (2005). 7.