El tema planteado por Bollaín es algo más complejo. Sí presenta una metapelícula rodada por Luis Tosar y Gael García Bernal sobre la conquista de América, pero sitúa en realidad la acción en Bolivia circa el año 2000 para plantear cuestiones como las nuevas formas de colonialismo y explotación del siglo XXI, la importancia del arte por mucha responsabilidad social que contenga o la compatibilidad entre leer los suficientes libros de historia y los suficientes periódicos.
El resultado visual de unir pasado y presente en la gran pantalla y el juego entre documental y película son algo deslucidos, cayendo todo el peso en ese sentido en la caracterización del protagonista Juan Carlos Aduviri (nominado a actor revelación). El desarrollo del mensaje aparece salpicado también de algún que otro tópico (el recurrir al mundo infantil para emocionar / concienciar / guiar a las masas). Sin embargo, no suele ser el punto fuerte del cine de Icíar el elemento estético ni la huida de recursos un poco lacrimógenos. En lo que le importa, la directora plantea con acierto, atrevimiento y cierto sentido de la autocrítica una reflexión sobre lo que verdaderamente es la conciencia política. 6.