Bruno Mars presenta su primer trabajo, ‘Doo-Wops & Hooligans’, el sueño de aquel niño que anhelaba ser cantante incluso antes de aprender a hablar, como un puñado de canciones de estilo clásico, sencillas y directas, que no tienen mayor pretensión que la de contar una historia (algo que nadie ha hecho antes, claro). A un oyente con un mínimo de exigencia Bruno no le engaña: donde dice “sencilla” en realidad quiere decir “plana”, y donde dice “estilo clásico” quiere decir “saqueo homenaje a las fuentes”. Pero sin pedirle demasiado, esta estudiada mezcla de géneros (del pop al soul, del r&b al reggae…), tan a la moda actual, engancha instantáneamente y se tararea con agrado. Queda por ver si mañana seguiremos recordando la tonada.
No hay nada mínimamente novedoso o sorprendente en las canciones de Bruno Mars. Por ese absurdo afán de sentar a alguien en el vacío trono del Pop, se dice de él que es el nuevo Michael Jackson. Y, efectivamente, no. El timbre de voz nos lo recuerda a veces (‘Our First Time’), unos coros muy de su estilo aquí (‘Grenade’), un muy intencionado juego de espejos en las letras allá (“You can count on me/ like one, two, three/ I’ll be there” en ‘Count on me’), pero no. Eso sí, hay que reconocerle esa facilidad para la composición y la producción de la que presume. Claro que tampoco tiene que ser tan difícil cuando todo es tan obvio y evidente como acompañar con campanadas la petición de matrimonio de ‘Marry You’, con aullidos de lobo el mensaje de amor desde el más allá de ‘The Other Side’ o con tiernos susurros el desvirgamiento de ‘Our First Time’.
Tampoco vamos a encontrar el más mínimo intento de arriesgar o salirse por la tangente en las letras. Con una acusada tendencia al ripio (“She was covered in leather and gold / 21 years old/ I lost her in the cold” en ‘Somewhere in Brooklyn’, el bonus), la inocencia de Bruno Mars resulta preocupante en canciones como ‘Count on Me’ o ‘Talking To The Moon’ (que por otro lado, es un baladón). En ‘Runaway Baby’, con ese “So many eager young bunny’s/ There’s only one carrot”, alcanza unas cotas de bochorno demasiado altas como para que nos tomemos en serio lo demás. Y así podemos empezar a buscar dobles sentidos en algunas canciones para hacerlas, al menos, divertidas: ¿Se va a masturbar en ‘The Lazy Song’? ¿Está engañando a su pareja en ‘Our First Time’ (una canción que, tomada a coña, podría estar en Flight Of The Conchords) y en realidad es un avezado fucker? Esto es así: va a ser un éxito global. La pena es que todo el potencial que se le podía presumir a Bruno Mars se quede en este producto fácil y simplón para consumo rápido que ni convence ni promete nada bueno para futuros trabajos. Next!
Calificación: 4,5/10
Temas destacados: ‘The Other Side’, ‘Grenade’ (pero en remix de Passion Pit)
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