Debo decir que vi la película hace casi un año, coincidiendo con un avance de la programación de Sitges donde la destacaban como la shock movie de la temporada. Después de verla escribí las siguientes notas sobre lo que me había parecido: “una (s)exploitation con ínfulas de metáfora política que, de tan desbocada y delirante, acaba resultando involuntariamente graciosa. Algo así como una torture porn zetosa y pretenciosa cuyo (único) objetivo es llamar la atención a base de violencia extrema y sexo chungo”.
Ahora, en pleno impacto mediático y tras llevarse algunos premios (en festivales menores, eso sí), la he vuelto a ver para escribir esta reseña. Y esta vez no sólo me ha parecido igual de mala, sino que ni siquiera me ha hecho la (poca) gracia que me hizo la primera vez. Srdjan Spasojevic es el penúltimo ejemplo de director con pretensiones autorales que elige el camino fácil para llamar la atención con su debut: traspasar los límites establecidos en cuanto a la exhibición conjunta de sexo y violencia en una película “comercial”, no adscrita al género pornográfico.
Una forma de provocación, con mucho de coartada y reclamo mercantilista, que en los últimos años ha dado varios ejemplos: excepcionales, como el cine de Bruno Dumont (‘Twentynine Palms’, ‘L’humanité’) o el de Carlos Reygadas (‘Japón’, ‘Batalla en el cielo’); interesantes, como las películas de Gaspar Noe (‘Seul contre tous’, ‘Irreversible’), Larry Clark (sobre todo con ‘Ken Park’) o Thomas Clay (‘The Great Ecstasy of Robert Carmichael’); y directamente olvidables, como ‘Fóllame’, de las “feministas” Virginie Despentes y Coralie.
A esa categoría, la de las olvidables, pertenece ‘A Serbian Film’. Una efectista y gratuita exhibición de atrocidades, con la pedofilia y snuff como artillería pesada, hiladas con suturas tan groseras y endebles como la capacidad del director para sacar de sus actores algo parecido a interpretaciones, escribir diálogos con algo más de nivel que una redacción de párvulos (las charlas entre el prota y el malo sí que siguen dando risa), o elaborar un discurso coherente a través de las propias imágenes, no en un press book donde diga que la película es una “metáfora de los horrores de la guerra en el subconsciente colectivo serbio”.
En definitiva, una película mediocre a la que hay que reconocer un mérito: conseguir que la justicia española (Vilanova i la Geltrú y San Sebastián) se ponga en ridículo y se convierta en el hazmerreír de todo el ámbito cultural europeo. 2.
(NOTA: la copia que más circula por Internet es la versión censurada distribuida en Gran Bretaña (95 min). La original sin cortes tiene una duración de 104 min).