Como ya pasó con la saga ‘Scream’, cuya cuarta parte pronto podremos ver en España, o la más reciente ‘Arrástrame al infierno’, en ‘Piraña 3D’ se nos cuenta una de esas historias de terror que juegan con el humor sin disimulo ni complejo. El motivo, como en las anteriores citadas, no es otro que servir de homenaje al cine de miedo, en esta ocasión, el de animales salvajes que encontró en los 70 en ‘Tiburón’ su inicio y final a pesar de toda la retahíla de secuelas y sucedáneos ochenteros protagonizados por orcas, serpientes, pirañas, cocodrilos, arañas, hormigas y un sinfín más de lindos bichitos.
Precisamente con uno de los actores más míticos de aquel ‘Tiburón’ de Spielberg, Richard Dreyfuss, comienza la película, con el que será el primer cameo de los muchos que salpican el filme –genial la aparición de Eli Roth–. Un guiño que marca el estilo de lo que está todavía por venir en esta película con bien de sexo, sangre y alcohol que, lo mismo ofrece diálogos en los que una niña responde “bonitas tetas” cuando alguien le dice que toca muy bien el saxofón, que te pone a las pirañas a comer croquetinas en masacre colectiva minutos después de que unas chicas, con música de anuncio de aceite Carbonell, hagan lo que Julio Medem o Bigas Luna no se atrevían.
¿Suena zafio? Pues sí, pero porque lo es. Y a mucha honra. Porque precisamente por la baja expectativa con la que uno se sienta en la butaca para ver este título de estreno tan incomprensiblemente demorado es por lo que se disfruta tanto. Hacía tiempo que no escuchaba tantas risas y aplausos en una sala. Aunque no sé si el motivo de los mismos eran esos gags tan surrealistas que cada secuencia van a por el más difícil todavía, o por el hecho de comprobar que el 3D de la película da mil vueltas al del ‘Avatar’ de James Cameron, curiosamente, director de ‘Piraña 2’, el título que se empeña en borrar de su filmografía. Y la verdad es que cualquier cosa capaz de bajarle los humos a Cameron se merece, no solo un aplauso, sino una ovación colectiva. 6.