‘Código fuente’: el día de la marmota

Hipótesis de divertimento posmodernista: ¿qué pasaría si mezclamos la rutina narrativa de ‘Atrapado en el tiempo’ (1993), el cine catastrofista post 11-S y los malabarismos con el suspense de Hitchcock? El resultado de tal combinación sería algo muy parecido a ‘Código fuente’, la nueva película de Duncan Jones.


Después de sorprender hace dos años con ‘Moon’ (2009), a Jones le dieron la oportunidad de subirse al tren de Hollywood de dos maneras: en AVE (la nueva adaptación de ‘Dune’) o en Cercanías (‘Código fuente’). Eligió la segunda opción. Según Jones, prefería tener más control a más presupuesto. ¿Cobardía o sabiduría?

Mucho más impersonal que ‘Moon’, ‘Código fuente’ se articula por medio de dos premisas narrativas. La primera no puede estar peor planteada: ¿cómo es posible realizar un whodunit con un culpable tan evidente? A pesar de que el director gestiona bastante bien los resortes y mecanismos del suspense, ese fallo de guión es demasiado lastre.

La segunda funciona mucho mejor. Aunque a veces se le vaya la mano con el azúcar, la peripecia existencial del militar Colter Stevens resulta mucho más interesante que su labor detectivesca “atrapado en el tiempo”. Jones entrecruza un discurso político (paranoia terrorista, ética militarista) con intereses filosóficos muy parecidos a los de su ópera prima: las paradojas y contradicciones resultantes de la contraposición realidad-virtualidad, vida-simulacro, y las tensiones derivadas de la lucha entre el individuo y el sistema.

Además, escondida entre tanta convención de thriller de ciencia ficción, se ocultan dos ideas de gran fuerza poética: la posibilidad de vivir ocho minutos en los últimos recuerdos de la vida de otro, y la oportunidad de construir una nueva línea temporal a través de la fuerza ¿cuántica? del amor. 6,5.

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Publicado por
Joric