Tres fueron los momentos de gran carga emocional en un directo de poco más de una hora, incluyendo dos bises que estuvieron a punto de alargarse demasiado. La primera de las instantáneas llegó casi al principio con ‘I Never Learnt To Share’, en la que se desmenuzó el original hasta hacerlo desconocido, salvo por las voces de James que, a golpe de sonidos, trucos y piano, se hacía omnipresente; la segunda con ‘The Wilhelm Scream’, en donde la velocidad de bpms y la altitud fue muy superior al original, impresionando por inesperada; y una tercera, antes de los bises, con la muy aplaudida ‘Limit To Your Love’, por el sorprendente buen gusto a la hora de deconstruir sin retocar en exceso.
Escoltado por un batería-percusionista y un guitarrista que también introducía la asimetría fracturada de bajos que tanto bien están aportando a géneros como el soul, Blake triunfó en un show que, si bien en un primer instante se presenta com escaso en producción, en pocos segundos se crece para conmover de forma casi imperceptible e invisible del mismo modo que el calamar desaparece en su misteriosa y oscura tinta negra. 9.
En una sala que en un principio parecía que no se iba a llenar hasta las trancas nos topamos con Guillamino como artista invitado. El músico barcelonés trató con poco acierto de ofrecer funk electrónico de sonido retro que pudo ser sin retener, con algún momento en el que demostraba conocer muy bien la lección, que nos llevaba desde un reciente Dam-Funk a un lejano Prince o Stevie Wonder. Su mejor tema sin medias tintas fue ‘Fang Fosc’. 4.