Pese a lo que pueda parecer, no es intención de Aleix contar al mundo cuáles son las causas del colapso crediticio, aunque al final sí ha terminado incluyendo parte de esta explicación en las primeras páginas del libro, a modo de introducción, además de preparar un vídeo que le llevó a ser trending topic en Twitter y a aparecer en medios y diarios especializados.
Pero centrándonos en el aspecto puramente narrativo, ‘Españistán’ tiene su mejor virtud allí donde muchos encuentran su peor defecto: en sus bromas. Lejos de la sutileza que practican otros dibujantes, en algunas ocasiones las bromas de Aleix rozan lo soez, algo que contrasta estupendamente con la mirada infantil y naíf que propone, siempre más cercana al concepto de Mauro Entrialgo o al de Juanjo Sáez que a la de otros dibujantes de perfil más realista. Es por eso que incluso algunos cambios de nombres, por infantiloides (Monseñor Mouco Varela, Jesufistro), provocan en el lector una carcajada inmediata.
Así, es el texto el que es capaz de imprimir frescura y movimiento en algunos momentos de la historia en el que las imágenes resultan algo escasas. A pesar de ello, la trama está planteada como un paralelismo con ‘El Señor de los Anillos’, algo que resulta chocante y divertido al mismo tiempo. En ella, Fredo, Samu y Gandolfo inician un viaje por varias regiones de Españistán, pasando por la Ciudad Burocrática, las Tierras Muertas o incluso por la Aldea Santa (quizá uno de los capítulos más flojos). Y van a ser los diálogos (junto con las expresiones de la cara de los personajes) lo mejor que nos vamos a encontrar. Mención especial merecen todas esas disertaciones y comparaciones con la carrera de Madonna que hace Samu, uno de los protagonistas, cuya sola mención es prácticamente descacharrante. ‘Españistán’ se convierte, por tanto, en un libro imprescindible no para entender la crisis, sino para tomárnosla con humor. 8