También funcionó el cartel, quizá menos atractivo que el del año pasado, pero que cumplió con creces su cometido al conseguir, manteniendo intacto el particular espíritu ecléctico que identifica al festival, un notable aumento de asistentes (de los 12.000 del año pasado a los más de 16.000 de este), lo que permite ser bastante optimista al respecto de la continuidad del evento en próximos años.
El jueves era el día de Moby. Gran parte de las 5.000 personas que asistieron a la primera jornada del festival llegaron sobre la hora marcada para su concierto (la estricta puntualidad de las actuaciones fue, por cierto, otro de los grandes aciertos de este año) y los que estuvieron desde la apertura de puertas tampoco demostraron un especial interés en The Blows y Eladio y Los Seres Queridos, que tocaban antes.
Dentro de esa tendencia actual de dulcificar el pop-rock nuevaolero para el gran público, The Blows lo van a tener complicado para despuntar. Con mejores intenciones que resultados, los vigueses alternaron canciones de su nuevo trabajo, ‘Ejército de fantasmas’, en castellano, con un sonido más claro y quizá un punto más bailable, con las de su debut, ‘Upskirts’, de “cuando éramos emos”, como describió el propio Roy Basanta, y cantaban en inglés. A base de volverse ruidosos hacia el final, consiguieron captar algo más la atención del público en un concierto “corto e intenso” que remataron con una versión del ‘Accelerator’ de Primal Scream.
Menos suerte tuvieron Eladio y Los Seres Queridos en su relación con el público, al que la enésima presentación de su segundo trabajo, ‘Están Ustedes Unidos’, no consiguió interesar (algo tendrá que ver que esta sea la tercera actuación de Eladio en solo dos ediciones de festival), ni siquiera cuando el propio Eladio Santos trataba de llamar su atención con algún comentario desafortunado (“Qué de tías guapas hay por aquí”). Tampoco hubo tino en lo musical: Eladio tenía el día gritón, tirando en exceso de reverb en la voz, y las bases electrónicas, una de las grandes bazas de sus canciones, apenas se escuchaban. Dedicaron ‘Tiempo Futuro’ al público (“Venga, que es para vosotros”) y ‘Al Himalaya’, donde coló el estribillo de ‘Forever Young’, a Moby.
Lo de Moby ya fue otro cantar. A alguno le chocó ver a un Moby tan activo encima del escenario, quizá pensando equivocadamente que se limitaba a ser pinchadiscos. Algunos otros, muchos más, nos sorprendimos al comprobar que Moby es capaz de dar un concierto de hora y media donde solo suenan hits y puede permitirse el lujo de dejar fuera ‘Slipping Away’ (por fortuna) o ‘Find My Baby’ (por desgracia). Luego uno hace memoria, olvida los prejuicios creados tras sus irregulares dos últimos trabajos, que deja aparcados en el directo, y recuerda que hace 20 años de ‘Go’ y que desde entonces no ha dejado de fabricar grandes canciones. Pero lo verdaderamente sorprendente del concierto fue su sentido del show, con una puesta en escena tan sencilla como espectacular y una constante atención al público (llegó a romper el ritmo del concierto para firmar una pancarta). Y aun, por encima de todo esto, está Joy Malcolm, habitual en los trabajos de Moby, uno de esos chorros de voz que solo se podría describir usando adjetivos superlativos. Por ponerle un pero al concierto, diré que el cierre, con ‘Lift Me Up’, y el bis, con ‘Honey’ y ‘Feeling So Real’, resultaron demasiado planos en comparación con algunos momentos previos (la reconversión de ‘Beautiful’, por ejemplo, fue impresionante). Sin ni siquiera sospecharlo, porque aun quedaban dos largas jornadas por delante, asistíamos ya el jueves al mejor concierto del Vigo Transforma 2011.
Foto: Janite.