Florrie no es tan famosa como James Blake, así que cuando le tocó salir a las 14.30 al escenario grande se encontró con poco público (había alguno apoyado en primera fila listo para darlo todo y hacerle bien de fotos, eso sí). Lo bueno es que no tenía competencia, así que cuando terminó sí recibió ya el calor de varios miles de personas. Su propuesta convenció, al margen de sus larguísimas piernas al aire, por lo hábil que resultó jugando con la electrónica sin descuidar la parte orgánica, con ritmos latinos y siempre con buenas melodías acompañada de una generosa banda. No faltaron ‘Begging Me’, ‘Call 911’ o ‘She Always Gets What She Wants’ y algún tema inédito que sonaba bastante bien. Tiene presencia en el escenario, voz y podría llegar lejos si es que le apetece. Como curiosidad, un grupo de españoles (de los pocos que había en el festival) no dejaron de gritarle «guapa» y «¡ay, que te como!» entre canción y canción. Quiero decir entre todos y cada uno de los descansos entre canción y canción.
En los primeros segundos de concierto parecía que tUnE-yArDs iba a hacer su concierto sola, lo cual habría ido muy bien para sus ambiciones feministas, pero después de un par de temas en los que sus instrumentos, los sampleados que hacía de los mismos y su voz y sus pedales le bastaron para cautivar a la audiencia, se acompañó de un par de chicos a los vientos y percusiones. La calidad técnica de su set fue admirable y la interpretación de temas como ‘Bizness’ o ‘Gangsta’ pueden considerarse puntos álgidos del festival. Sin embargo, si tengo que destacar algo de su concierto eso sería la energía y la simpatía que transmite Merrill Garbus sobre el escenario, sin dejar de sonreír en ningún momento, ni siquiera cuando le indican que no puede tocar una última canción. Que nadie piense lo contrario. Merrill es amor.
Aloe Blacc, que nos visitará en breve, dio el clásico concierto con banda de soul que funciona sí o sí sobre el escenario grande de un festival. A cualquier hora. Paradójicamente, algunas de sus canciones más optimistas me hicieron acordarme de lo grande que era Amy en sus titubeos y debilidades; razón por la que decidí abandonarle por Mount Kimbie. Dominic Maker y Kai Campos hicieron un set muy variado en el que aparecieron guitarras eléctricas, sonidos acuosos, percusiones juguetonas y detalles de todo tipo. El show tuvo sus altibajos, pero ante todo me pregunto si les frustrará que el público reaccione mejor frente a los momentos en que meten más zapatilla.
The Naked & Famous actuaron en el escenario grande. El bello líder del grupo y también la bella co-líder de origen oriental (inevitable recordar al famoso grupo que está siempre actuando en España que estáis pensando) seguro que tuvieron algo que ver con el llenazo que protagonizaron para interpretar hits como ‘Young Blood’. El grupo se mueve entre algo así como la indietrónica y el post-punk y es en su vertiente más electrónica donde suenan más interesantes. En la segunda, más macarrilla, se acercan al peor emo. Mientras, ante un público menor pero también considerable, en una posición similar a la ocupada por Yelle el día de antes, Yuksek hacían un concierto con partes de electropop, restos de techno más sucio y hasta una pizca de hip-hop. Y todo bastante bien aunque sin pasarse.
El concierto de Beirut supuso para mí una gran alegría después de la pequeñísima decepción de ‘The Rip Tide‘. Como si se notara que las canciones hubieran rodado desde su actuación en el FIB (eso suele decirse) o, por otro lado, la vinculación del artista con Berlín, esta vez encajaron a la perfección nuevas y viejas, destacando ‘Postcards from Italy’, ‘Santa Fe’ o ‘East Harlem’. A pesar de que los múltiples muchachos a los vientos y el mismo Zach deberían controlar un poco mejor cuándo y con qué fuerza entran y salen sus instrumentos en la canción, su espectáculo sigue resultando original en medio de un festival de estas características y cada vez cuenta con más público, que a su vez le trata con más cariño. De lo más acertado dejar la gran ‘The Gulag Orkestar’ para el final.
¿No había artistas alemanes en el Berlin Music Festival? La verdad es que no muchos, pero casi todos a los platos. Pantha du Prince hizo una sesión oscura, elegante y llena del mejor ambient, mucho más entretenida en vivo que en disco que, no obstante, habría agradecido una hora un poco más tardía que las 21.00. Había perdido la pista a dEUS, que se animaron incluso a tocar canciones nuevas para su próximo álbum, pero verles interpretar en directo ‘Instant Street’, uno de mis temas favoritos de los 90, fue un agradable reencuentro que poco tuvo que envidiar a lo vivido el día anterior con Suede. Quizá el tiempo no les trate con justicia o la prensa moderna les ignore, pero mientras sigan recuperando esos hitazos, siempre habrá que tener en cuenta sus directos.
He visto varias veces en directo a Mogwai pero ninguna me habían gustado tanto como en esta ocasión. El grupo supo orquestar mejor que nunca su repertorio, o quizá es que hacía mucho tiempo que no les veía presentar un disco tan bueno y completo como ‘Hardcore Will Never Die, But You Will’. Era imposible permanecer impasible ante canciones del tamaño de ‘Friend of The Night’ o ‘Rano Pano’, arrancando a saco el set, aunque recientes y en general peor consideradas, a la altura de sus mejores días. Una pena que tuviéramos que abandonarlos para asegurarnos de presenciar el acontecimiento del día, el concierto de Public Enemy; pero por suerte Mogwai estarán en breve de vuelta por nuestro país.
De nuevo en el Arena Club, Public Enemy actuaron naturalmente en el gran pabellón cerrado que tanto recuerda al escenario principal del Sónar. Que uno de los miembros del grupo con menos protagonismo apareciera en mitad de la sesión de los muchachos de Remmidemmi para probar sonido a grito pelado no hacía pronosticar nada bueno, pero el concierto de la mítica banda de hip-hop no fue precisamente una decepción para el que tuviera ganas de botar y cantar o hacer como que cantaba todo. De hecho, fue una gozada ver al público alemán, al que apenas se le había movido un pelo durante todo el festival, brincar ante las consignas de la banda e himnos como ‘Bring The Noize’. Hubo tiempo para todo: para los escupitajos de Chuck D y Flavor Flav, coreografías de dos muchachos detrás, proyecciones militares, solos de guitarra eléctrica, vientos, sonidos de alarma desafortunadamente todavía acordes con los tiempos que vivimos, scratches de DJ Lord, dos mil y un «say yeaaaaaah», «yeaaaaaah» y para que el grupo intentara vendernos su libro una y otra vez. Un show loco, loco (aunque algo repetitivo en su hora y media) que desembocará en un nuevo disco de Public Enemy el año que viene.
Skrillex fue el responsable de que escucháramos más dubstep y drum&bass seguido del que somos capaces de aguantar. Los primeros minutos que le vi me gustaron tanto como harto terminé de tanta paradita para luego recuperar el ritmo anterior al final. Miedo da que esta moda salga de verdad fuera de las islas británicas para inundar España con dos años de retraso. La noche terminó de manera inmejorable con la sesión al aire libre en el Badeschiff del colectivo Greco-Roman, vinculado a Joe Hot Chip y Totally Enormous Extinct Dinosaurs. A las 6 cerraron y tocó irse a casa. A pocos metros, en ese after perenne llamado Club der Visionäre fuimos testigos de cómo no dejaban entrar a alguna gente con la pulsera del festival. ¿Será el nuevo Berghain?