Manrique incidió bastante en la actitud guerrillera que la banda ha tenido de un tiempo a esta parte con su discográfica, ya sea de cara a la promoción de sus discos (ignorando las grandes radios en favor de medios más especializados) o por ejemplo, cuando lucharon por que no se retrasase la salida de ‘Una Semana En El Motor De Un Autobús’, para que ese disco estuviese en la calle en una época acorde con sus postulados. Comentaba J que, salvo por el pago de su hipoteca, se siente liberado al no tener contrato discográfico en la actualidad.
En mayor o menor medida, los entrevistados estuvieron de acuerdo con el entrevistador, salvo en momentos como cuando éste insinuaba que en la formación había habido miembros de primera y de segunda categoría, algo negado taxativamente por ambos, quienes aseguraron que nadie es más que nadie y que el reparto de beneficios es totalmente equitativo. Discrepancias aparte, el tono fue de lo más distendido en todo momento, con J comentando medio en serio, medio en broma que medios como Rockdelux los habían apoyado siempre, mientras que Manrique no lo había hecho tanto. También se habló sobre el retrato que Nando Cruz hace de ellos en su reciente libro
sobre la época en torno al mencionado disco de 1998, y de cómo pasaron de la frivolidad de sus comienzos a tener que resistir contra viento y marea para que el grupo siguiese adelante y que sus grabaciones tuvieran una salida.En cuanto a lo estrictamente musical, Diego Manrique ensalzó la inteligencia del grupo al no tener miedo de reconocer sus influencias, o directamente un plagio. Siguiendo con las influencias, también se comentó la llegada de las raíces flamencas a la música de Los Planetas y el homenaje a Enrique Morente con el proyecto Los Evangelistas, en el que colabora Antonio Arias, entre otros. Una de las anécdotas más graciosas que se recordó fue aquel concierto junto a otros artistas en la desaparecida sala Aqualung de Madrid, y en el que solo tocaron una canción, una versión de media hora de ‘La Caja Del Diablo’ ante el asombro de los asistentes, algo definido por Florent como «una manera muy punki de hacer lo que te dé la gana».