La tensión entre la luz y oscuridad, entre lo luminoso y lo sombrío, siempre ha caracterizado al cine de Balagueró. ‘Mientras duermes’ se aleja del terror sobrenatural y se acerca al cotidiano, al que espera agazapado en cualquier esquina (o debajo de la cama) dispuesto a revelarse, a salir a la luz, en cualquier momento. El provocado por ese vecino, amigo, compañero o familiar que disfruta con el mal ajeno, con la desgracia del prójimo, como forma de consuelo para su propia infelicidad. El director lleva al extremo esa tesis poniendo al espectador en una encrucijada moral: nos identificamos con el malo. Esa elección del punto de vista es uno de los grandes aciertos de la película. Balagueró nos manipula a través de los resortes narrativos y de puesta en escena del thriller, aprovechándose de nuestras propias debilidades y pulsiones escópicas.
‘Mientras duermes’ tiene algunos defectos, sí. Flojean varias subtramas secundarias muy prescindibles (la de la niña, sobre todo) y la dirección de actores (con un Alberto San Juan muy muy flojo). Pero dejará huella por dos razones: la brillante dirección de Balagueró, con secuencias tan bien elaboradas como la de los intentos de “huida” de César del piso de Clara, y por la creación de uno de los grandes villanos del cine reciente. 8.