Las expectativas fueron cubiertas con creces. Si en la parte técnica nos encontramos a alguien del calibre de Stephan Stephensen, también conocido como President Bongo –sobre todo a la hora de la presentación del resto de miembros del grupo-, y a un tímido Birgir Þórarinsson con unos labios pintados de rojo; en lo vocal el más destacado fue Daníel Ágúst, quien, aunque se permitió el lujo de bostezar al principio, no pudo contener el flequillo y demostró malabarismos ante una sala entregada que no mostraba gran oposición, ni siquiera ante el resto de vocalistas.
Desde el inicio quedó claro que no se iba a tirar de nostalgia y la elección para ello fue arrancar con ‘Selfoss’, para transmitir junto ‘Arabian Horse’ -la canción- la frecuencia en la que se desarrollaría una velada de una hora y media: subidas con mínimas bajadas controladas, estableciendo una distancia mínima con un público que no dejaba de interactuar con Daníel.
Más tarde y tras una imprecisa ‘Add This Song’ vendrían para cerrar ‘Deep Inside’, donde las voces multiplican la atmósfera emocional; ‘Magnified Love’, con la comunión transparente entre lo orgánico y lo digital; y la enorme ‘Over’ antes de unos bises que sí recurrirían al historial (el más reciente). ‘Moss’ y una en principio irreconocible y redonda ‘David’ supusieron al finalizar casi el derrumbe de una sala que seguirá venerando a GusGus durante mucho tiempo. 8,5.
Foto: José Maisterra.