A continuación, aparece una solitaria Lana sentada en un salón de estilo barroco custodiada en todo momento por un tigre a cada lado. Lujo, ostentación y un toque urbano conforman este vídeo que, desde luego, no tiene desperdicio. «No me hagas llorar», canta la estadounidense mientras recuerda los momentos más apasionados de la aventura. Para finalizar, un toque trágico que separa a los enamorados. Y es que no podíamos olvidar la temática, haciendo alusión al título, de la canción.