Con algo de retraso, tras desmontar el escenario calvinista y montar el rihannista, la de Barbados apareció en el escenario, subida sobre una especie de esfera de neón que a muchos nos recordó al primer número de Kylie en el ‘X Tour’. Pero en este caso, la cosa va pronto por otros derroteros, y mientras la gente grita con las proyecciones de Rihanna sobre una silla, Rihanna con unos auriculares, Rihanna moviendo el pelo, Rihanna gritando; empieza a sonar ‘Only Girl (In The World)’, una de las canciones más potentes de la noche. En casi un abrir y cerrar de ojos, la chica se deshace de una especie de gabardina que lleva puesta y se queda solo una especie de bikini-bragafaja de pedrería. Un conjunto que, con diferentes estampas, pasa a ser su modelito durante gran parte del concierto, como diciendo «jodeos Madonna y Kylie: tengo la mitad de años que vosotras y estoy el doble de buena».
Suenan luego ‘Disturbia’ y ‘Shut Up And Drive’, para lo que aparece un coche en el escenario. Y a continuación, una de esas cosas con las que Madonna ha hecho mucho daño: el interludio, de los que veremos varios durante la noche. El tiempo justo para que la artista se plante un esmoquin y haga una versión de ‘Darling Nikki’, de Prince, y después se lance a por ‘S&M’, en una versión muchísimo más descafeinada de lo que esperábamos.
Hay sin embargo dos cosas reprochables en el show de Rihanna. La primera es que la parte central, copada en su mayor parte por baladas (suenan hasta cuatro), deja a los asistentes absolutamente aburridos, esperando de pie a que pase algo. Tras ‘Hard’, con un público absolutamente en éxtasis al ver el tanque, el humo y lo que fuera que el tanque disparaba de verdad hacia el público (hubo tres cañonazos); comienza una sarta de cinco canciones que más le hubiese valido acortar. Primero las colaboraciones con Jay-Z y T.I. (‘Run This Town’ y ‘Live Your Life’, con ese horroroso sample de ‘Dragostea Din Tei’
incluido —¿nadie le ha dicho a la chica que eso es una horterada?—) y después las baladas, que resultan demasiado lentas tras la sobreexcitación anterior.Lo segundo que se le puede reprochar es que, aunque se valora muy positivamente que Rihanna haga de todo (cante, baile un poquillo, suba a un tío del público y simule que folla con él, se ponga la ropa sudada de un fan…), a menudo no se moleste en cantar ni en hacer como que canta. Hay una razón por la que las divas o no hacen esto (Kylie) o si lo hacen, emplean pequeños trucos como llevar coros pregrabados (Madonna), evitando así tener que soltar el micrófono de vez en cuando porque los pulmones no te dan más de sí. Incluso después de haber estado baladeando un buen rato, por ejemplo, Rihanna no fue capaz de cantar ni uno solo de los estribillos de ‘California King Bed’, y eso que es de sus baladas más conocidas. La tía ponía el micrófono hacia arriba y ya está. WTF?
Después de este receso, es inevitable acoger con más ganas ‘Pon de Replay’, ‘What’s My Name?’ (un poco falta de fuerza), ‘Rude Boy’ y ‘Cheers (Drink To That)’, que dan paso a los bises con un piano que se descuelga del techo mientras el fan de a pie piensa: «¿en serio esta chica ha estado actuando durante dos horas con un piano pendiendo encima de su cabeza?». Pues por si esto fuera poco, Rihanna se sube al piano y canta ‘Love The Way You Lie (Part II)’ mientras da vueltas por los aires. El respetable espera la traca final, y así es: inmediatamente después, una especie de reprise de ‘Umbrella’ con fuegos artificiales incluidos y, a continuación, el momentazo de la noche: ‘We Found Love’, que se convierte en la canción más coreada, disfrutada, divertida y aclamada de todo el set. Nosotros tampoco damos crédito. ¡Si la acaba de incluir! Sin perder ni un minuto, tras acabar, Rihanna desaparece del escenario y probablemente se va a frotarse las manos con Calvin Harris, celebrando el sold-out y la de politonos que va a seguir vendiendo este último hit. Y es que una de las mejores cualidades de Rihanna, pese a sus carencias, es que siempre sabe venderte que su último sencillo es el mejor de su carrera. 6,5
Foto: Eva Rinaldi en CC para Flickr.