Tales componentes labran el camino a la autodestrucción de este adolescente que relata sin ningún pudor no sólo la relación con su novia sino también todos los pensamientos que pasan por su cabeza con la mayor de las honestidades. Con la misma desnudez con que Jeffrey Brown plasmaba en ‘Torpe’ las relaciones de pareja, Ken Dahl expresa en ‘Monstruos’ la preocupación por el desconocimiento de la transmisión de un herpes que rivaliza incluso con él en protagonismo.
El lenguaje gráfico de Dahl atrapa gracias a su crudeza. Es posible que su trazo ya lo hayamos visto en otros autores, pero en este caso podría situarse en un terreno inusual, el de un drama que se convierte en un generoso ejercicio didáctico, el de este hipocondríaco que se automedica y que para perplejidad del siglo XXI carece de cualquier tipo de información para todos sus males. 7,5.