Como en sus anteriores películas, ‘Election’ (1999), ‘A propósito de Schmidt’ (2002) y ‘Entre copas’ (2004), la adaptación de la novela de Kaui Hart Hemmings ‘Los descendientes’ (ed Debolsillo) es una tragicomedia o comedia agridulce. La historia de un abogado hawaiano (fantástico George Clooney) enfrentado a dos situaciones de enorme carga emocional: el replanteamiento de su relación familiar (con su mujer y sus dos hijas) y el dilema sobre la venta de su legado ancestral (las tierras heredadas de sus antepasados).
Siguiendo estas dos líneas narrativas, y con la habitual voice over tan característica de su cine, Payne reflexiona sobre las complicaciones de las relaciones de pareja, las complejidades de los vínculos paterno-filiales y los problemas éticos en la defensa de un territorio virgen contra los ataques de la especulación inmobiliaria. Y lo hace sin alzar la voz, sin aspavientos ni trascendentalismos, con la misma naturalidad con la que sus personajes se acomodan en un sofá a relajarse, viendo la tele y comiendo helado, después de una de las semanas más intensas de sus vidas. 8,5.