Lana Del Rey / Born To Die

Como bien decía Peter Robinson en su web Popjustice, quizá algunos medios alternativos, indies o como diablos queramos llamarlos (llamarnos), han podido confundir los términos con Lana Del Rey. Fueran o no realmente realizados por ella misma los vídeos que presentaban canciones como ‘Video Games‘ o ‘Blue Jeans’, fuera o no ella en persona la que enviaba sus canciones vía mail a los medios, Elizabeth Grant lleva cantando desde los 17 años porque siempre ha querido ser una estrella del pop. Tras un largo periplo en el que casi todo el mundo la había ignorado, una multinacional le ha brindado la oportunidad de serlo y ella se ha prestado a ello, claro, con una eficaz campaña de márketing. Eso, lectores, parece que la convierte en una artista carente de genuinidad y autenticidad. Como enrabietados por sentirse estafados, los críticos brindan palos a su segundo álbum (recordemos que su perdido debut será reeditado en unos meses) por su artificiosidad, por no estar a la altura de sus singles, «que sí siguen molando». Modestamente, JNSP siempre se considera del lado del pop y, como disco de pop, ‘Born To Die’ ofrece todo lo que cabía esperar.

Sí es cierto que un primer acercamiento al álbum transmite cierta sensación de que se desfonda tras sus primeros cuatro cortes, que condensan los ya conocidos (sin que hayan perdido un ápice de su capacidad emotiva) ‘Video Games’, ‘Blue Jeans’ y el single ‘Born To Die‘. Pero es una idea vana porque, además de una intachable unidad estilística que exprime al máximo ese «Hollywood pop/sadcore» (como ella define su música) sin que pierda eficacia, este debut está repleto de muy buenas canciones, que no se limitan a cumplir como acompañamiento. Entre ellas hay pocas que no sean singles potenciales (‘Carmen’ y ‘National Anthem’, aún con buenos ganchos, resultan algo torpes), unas porque abundan con ingenio en lo que ya conocíamos de ella (‘Dark Paradise’, ‘Summertime Sadness’, ‘Radio’, ‘This Is What Makes Us Girls’), y otras porque sorprenden con un inusitado carácter hedonista y algo petardo, casi bailable (‘Diet Mt Dew’, ‘Off To The Races’).

Lana Del Rey debe ser consciente de que no ha inventado nada con esa mezcla de épica orquestal tan cinematográfica, clasicismo melódico y recursos rítmicos del hip hop, que a menudo evoca durante su escucha al trip hop más comercial, el de Hooverphonic, Morcheeba y Sneaker Pimps. La mano experta en hip hop de Emile Haynie (de Raekwon a The Roots, de Eminem

a Kanye West) saca brillo al compacto conjunto, compuesto por Grant junto a un equipo de expertos en hits. Pero el mayor acierto de la joven artista neoyorquina está en aportar, con gusto e inteligencia, un poderoso trabajo estético (iniciado con aquellos vídeos amateur, continuado con sus impagables fotografías promocionales en prensa, y culminado con la sencilla y hermosa portada del disco), el poderoso concepto visual imprescindible para que un producto pop, por la calidad que posee, logre ir un paso más allá.

Y en ese aspecto estético toman un papel fundamental sus letras, plagadas de nostálgicas referencias a las viejas estrellas del Hollywood en blanco y negro, mujeres fatales con su lado tierno, lolitas, caza-millonarios y otros topicazos sobre el american way of life que, de tan obvios, nos llevan a preguntarnos si Lana lo que busca es, más que enaltecerlos, ponerlos en evidencia. Resulta chocante la ruda torpeza con que acomete determinados estilos como el jazz o el doo-wop, en contraposición a la belleza de los arreglos de cuerda que llenan el disco. Tampoco posee Lizzy una voz espectacular ni especialmente técnica, pero parece importarle bien poco que se aprecien sus defectos en una grabación que resulta bastante cruda y poco tratada. Ni siquiera duda en poner su culo de estirada pija blanquita a los pies de los caballos rapeando en algunos pasajes, con una soltura y un encanto irreprochables. Esas contradicciones resultan cautivadoras por ingenuas y osadas, llenas de naturalidad y frescura, que parecen transmitir un mensaje alto y claro: «hey, esto es todo lo que sé hacer, pero lo siento de verdad».

‘Born To Die’ es un disco imperfecto, como también lo eran (lo son) ‘True Blue’, ‘Faith’, ‘Appetite For Destruction’, ‘Slippery When Wet’, ‘Loud‘ o ‘Born In The USA’. Es música pop de calidad y con un potencial comercial extraordinario, con esa capacidad para el disfrute inmediato tan difícil de explicar. Como aquellos, es un disco que cuando acabe el año muchos de nosotros habremos escuchado cientos de veces más que el 90% de BNMs de Pitchfork. Y que dentro de unos años todavía escucharemos con un recuerdo emocionado de estos días.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Video Games’, ‘Born To Die’, ‘Blue Jeans’, ‘Off To The Races’, ‘Summertime Sadness’
Te gustará si te gustan: el pop comercial de calidad, Hooverphonic, Nancy Sinatra.
Escúchalo: Deezer

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Publicado por
Raúl Guillén