Leonard Cohen / Old Ideas

Leonard Cohen siempre ha sido mi cantautor favorito. La fuerza estética del vídeo de ‘First We Take Manhattan‘, con ese inolvidable plano suyo de espaldas justo cuando arrancaba la letra de la canción; o esos sintetizadores que tan extraños sonaban tanto en consideración a su estilo como en comparación con el synthpop de la radio, pudieron ser la causa de que a finales de los 80 me sintiera atraído por la música de un triste cincuentón cuando sólo era un criajo. Cosas más raras se han visto en la generación ‘La bola de cristal’.

Ni desde el punto de vista artístico ni desde el punto de vista visual, Leonard Cohen volvería a igualar el magnetismo que desprendía aquel disco de ocho canciones, ‘I’m Your Man’, pero, mientras las modas iban y venían, sus composiciones nunca perdían su atractivo. Y se han dado condiciones para ello. Cohen, que había publicado su primer disco cuando tenía más de 30 años, desde los 80 rara vez ha sacado más de un álbum por lustro, arriesgándose a perder la conexión con el público en alguno de sus famosos retiros espirituales. Nunca ha conseguido un disco de oro ni de platino fuera de Canadá y Noruega y sólo ha ganado un Grammy, el concedido como consolación, a toda una carrera, en 2010. Aun así, nunca le hemos abandonado.

En los últimos tiempos, de manera triste de cara a su dignidad, se ha visto obligado a hacer varias giras después de que su mánager de toda la vida se quedara con 5 millones de dólares suyos, dejándole en la ruina. Pero este álbum no es el resultado de un «necesito dinero desesperadamente». La buena noticia es que esta amplia gira parece haber servido a Leonard Cohen para entrenar unas canciones que llevaba ensayando desde 2007. De las que ha tocado en directo en este tiempo unas han llegado a ‘Old Ideas’ y otras no. Puede que las descartadas aparezcan en un álbum que ya ha dicho que le gustaría sacar este año o el que viene (sería el menor espacio de tiempo entre disco y disco desde los 60), pero es inevitable pensar que ha habido una criba porque se han evitado todos los defectos que sí contenía su anterior disco, ‘Dear Heather’, de 2004, más largo, más disperso y en definitiva menos acertado que esta nueva entrega.

Con alguna salvedad como el disco grabado a finales de los 70 con Phil Spector, a Leonard Cohen nunca le han gustado las estridencias y ‘Old Ideas’ vuelve a ser un ejercicio de exquisito minimalismo, o de falso minimalismo si se prefiere: es cierto que en cada pista pueden aparecer una decena de instrumentos, pero muy rara vez esos instrumentos sonarán a la vez, dando lugar a numerosos diálogos con respecto a las palabras de Cohen y, por extensión, a numerosas interpretaciones de las canciones. Todo en la producción de Patrick Leonard, Anjani Thomas (con quien prepara otro disco para este año), Ed Sanders y Dino Soldo parece medido hasta este punto y la deliciosa ‘Amen’ sería uno de los mejores exponentes en ese sentido, fascinante en su paso de la guitarra, el banjo o la viola al violín final a medida que se agrava el tono de la canción; mientras que otras como ‘Banjo’ añaden un delicioso toque blues próximo a Bob Dylan.

Es difícil no buscar dobles significados cuando estamos ante el primer disco que lanza Leonard desde que ganara el Príncipe de Asturias de las Letras. ‘Old Ideas’ cuenta con canciones sencillas sobre las relaciones humanas (‘Crazy To Love You’, ‘Different Sides’), pero también con otras más abiertas al debate, como ‘Show Me The Place‘, y varios guiños sórdidos que liberan al disco de suponer un aburrimiento pro-meditación. Así, la celestial ‘Come Healing’ (siguen siendo importantísimas las voces femeninas de las Webb Sisters, Jennifer Warnes o Sharon Robinson) no es más que el contraste de la sucísima ‘Darkness’. En realidad, bien en relación con el amor o la religión, el disco vuelve a plantear cuestiones como la paz interior, el perdón después de los pecados o la búsqueda de uno mismo, pero siempre con interesantes contradicciones y, en este último caso, incluso con dosis de humor. El disco se abre con ‘Going Home’, donde Cohen canta con descaro: «me encanta hablar con Leonard (…) Es un vago bastardo con un traje puesto». Es curioso cómo su voz ha servido para ilustrar la sequedad del mundo y al mismo tiempo para lograr que suene a Dios. ¿O acaso era lo mismo?

El duodécimo disco de Cohen cuenta con altibajos en cuanto a estados de ánimo y también en cuanto a composición (la segunda mitad es menos épica que la primera), pero la sensación final parece la del triunfo de la calma y la serenidad, en sintonía con ese minimalismo musical ya mencionado, y propio de un hombre de 77 años que sabe perfectamente dónde está y puede estar más que satisfecho de sus logros en la vida. «Soy viejo y los espejos no engañan», canta en ‘Crazy To Love You’; «no tengo futuro, me quedan pocos días», en ‘Darkness’. ‘Old Ideas’ puede basarse en viejas ideas, pero si recordamos que Cohen ya quería titular de esta manera su disco anterior, quizá debamos suponer que él mismo es consciente de que las ideas viejas de siempre esta vez sí están a la altura de lo mejor de su carrera.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Amen’, ‘Going Home’, ‘Darkness’
Te gustará si te gustan: Leonard Cohen con un poquito de Bob Dylan
Escúchalo: NPR

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Publicado por
Sebas E. Alonso