Vamos a los datos. Repasemos los ganadores –solo los ganadores, no los nominados- de los últimos años:
2003 Nicole Kidman y su prótesis nasal interpretando a Virginia Woolf en ‘Las horas’.
2004 Charlize Theron afeada para hacer de Aileen Wuornos en ‘Monster’
2005 Jamie Foxx encarnando a Ray Charles en ‘Ray’ y Cate Blanchett a Katharine Hepburn en ‘El aviador’.
2006 Philip Seymour Hoffman como escritor en ‘Truman Capote’ y Reese Witherspoon interpretando a June Carter Cash en ‘En la cuerda floja’.
2007 Helen Mirren en el papel de Isabel II en ‘The Queen’ y Forest Whitaker en el de Idi Amin en ‘El último rey de Escocia’.
2008 Marion Cotillard y sus cejas depiladas haciendo de Edith Piaf en ‘La vida en rosa’.
2009 Sean Penn soltando pluma en ‘Mi nombre es Harvey Milk’.
2010 Sandra Bullock en el papel de Leigh Anne Tuohy en ‘The Blind Side’.
2011 Colin Firth como un tartamudo Jorge VI en ‘El discurso del rey’ y Melissa Leo y Christian Bale como madre e hijo de la familia Ward en ‘The Fighter’.
Y este año tampoco será una excepción: Meryl Streep como Margaret Thatcher en ‘La dama de hierro’, Brad Pitt como el entrenador Billy Beane en ‘Moneyball‘, y Michelle Williams y Kenneth Branagh como la Monroe y Laurence Olivier en ‘Mi semana con Marilyn’ están entre los favoritos para llevarse “la preciada estatuilla”.
Además, hay otro denominador común: cuanto más famoso es el personaje biografiado más se galardona al actor o actriz y más convencional es el biopic. Es el caso de ‘Mi semana con Marilyn’.
El televisivo Simon Curtis debuta en el cine limitándose a trasladar a la pantalla grande la gramática del telefilme más adocenado. La personalidad en la película ya la ponen otros: los actores. Tanto Michelle Williams (con relleno en las caderas) como Kenneth Branagh brillan en sus composiciones de una conmovedora y fascinante Marilyn Monroe y un cabreado e inseguro sir Laurence Olivier. De su relación durante el rodaje de ‘El príncipe y la corista’ surgen los mejores momentos de la película. Su enfrentamiento pone en evidencia el choque cultural entre dos formas de entender el cine y la interpretación. Olivier representa la disciplina británica, el actor metódico de formación shakesperiana y de cimientos teatrales. Marilyn lo contrario: la actriz intuitiva, la estrella del cine como espectáculo donde es más importante “enamorar a la cámara” que saber recitar ‘Hamlet’. Un choque que adquiere dimensiones existenciales: ella es una estrella que sufre por querer ser actriz (del método) y él es un actor que lucha por ser considerado una estrella.
Lo más interesante de la película termina cuando empieza la verdadera razón de la misma: contar la relación entre la estrella de Hollywood y Colin Clark, el ayudante de producción en cuyas memorias está basada la película. Una breve historia de amor que le sirve al director para, de forma muy poco sutil, explicar los motivos de la infelicidad crónica de Marilyn y desnudar su intimidad sacando a la luz a la persona: una vulnerable mujer de 30 años llamada Norma Jean. 6.