En ‘Las orillas’, la banda de Getxo demuestra valentía al dejar atrás toda la carga melodramática y la riqueza de los arreglos de Hernández, que tan buenos resultados dio en su obra pretérita, y apostando por la co-producción con el sevillano Raúl Pérez en sus estudios La Mina (Pumuky, Blacanova, Pony Bravo). El resultado pone el acento en su faceta rock, aproximándose a la versión del grupo en directo con un sonido áspero y natural, en el que la carga emocional de la música queda en manos de sus juegos con la intensidad y la rítmica, los ambientes que el francés Olivier Arson (última incorporación a la banda) crea con loops y teclados y, por supuesto, la personal manera de cantar de Ricardo Lezón, llena de emotividad.
Aunque estas nuevas canciones son menos pop (dentro de su estilo, claro), de nuevo demuestran un gran talento para conjugar su rock envolvente con giros melódicos que atrapan y evocan a los cielos nublados y aguas revueltas tan típicos de su tierra natal. ‘Vistahermosa‘, ‘La cara noroeste‘, ‘La Palma’, ‘Mundaka‘, ‘Agosto del 94’, ‘En mayo’ o ‘Las mareas’ (un imprevisto y necesario soplo de frescura en medio de tanta melancolía) son la culminación de la búsqueda de McEnroe por una personalidad y sonido propios que, aun remitiendo a artistas como Mark Kozelek (Red House Painters son una clara inspiración) o Damien Jurado, quedan ya completa y felizmente definidos.
Si en el plano musical hablamos de un gran álbum sin paliativos para cualquiera que guste del rock de ascendencia norteamericana cantado en castellano, sus letras suponen una baza adicional para lograr ese objetivo que ya cumplieron con su anterior y tercer álbum. Los que podemos reconocernos en los pequeños y fugaces momentos que se nos adhieren eternamente (‘La Palma’, ‘Mundaka’); en las canciones y discos que, en un momento crucial de nuestra juventud, se instauran en nuestra vida para siempre (esas referencias a Echo & The Bunnymen o El Pecho de Andy en ‘Agosto del 94’); en el estúpido que pasó una temporada persiguiendo a esa persona que solo estaba jugando con él (‘Vistahermosa’); en la impotencia de ver desmoronarse una relación a pesar de seguir amando (‘Arquitecto’, ‘Astillero’); en la autoconfianza que da sentirse correspondido en el amor (‘Las mareas’); en la vulnerabilidad y la confusión del enamoramiento (‘Paris, encore’, tema oculto al final del CD) o en la mezcla de euforia y frustración que provoca amar ciegamente (‘La cara noroeste’); a todos esos, ‘Las orillas’ nos va a alcanzar más profundamente y, con seguridad, seguiremos emocionándonos al escucharlo cuando dentro de un tiempo llegue otro nuevo disco de los ya grandes McEnroe.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘La cara noroeste’, ‘Vistahermosa’, ‘Agosto del 94’, ‘Mundaka’, ‘Astillero’
Te gustará si te gustan: Red House Painters, Migala, Tulsa.
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