El escaso tiempo entre una obra y otra, su vasto contenido (veinte canciones seleccionadas de entre unas treinta), su título (quizá los más jóvenes no recuerden que el «Menos samba e mais trabalhar» de Emilio Aragón fue tan hit como ‘Cuidado con Paloma’) y, por encima de todo, sus letras muestran una directa intención de azotar conciencias y apuntar a la pereza y la maledicencia como dos de los grandes males de este país en el que vivimos. Y para ello, nada mejor que esta personal huelga a la japonesa grabada en Valencia de forma apresurada junto a Marc Greenwood (La Habitación Roja) y Pablo Maronda, a los que se han ido sumando otras colaboraciones puntuales para arreglos de viento y cuerdas.
A quien le escocieran los toques folclóricos de ‘Presidente’ ya puede ir buscando la pomada, porque aquí predomina la fagocitación de estilos variopintos y clásicos como las sevillanas (‘La plaga’), las habaneras (‘Tu elixir’, ‘Santa Bárbara (General Dynamics, S.A.)‘), los tanguillos (‘Todo acerca del cariño’), la ranchera (‘Las habichuelas’), el africanismo (‘La curva de la felicidad’) o el indie rock a lo Pixies (‘Hot mothers’). Sin embargo, el álbum está vertebrado con canciones como ‘La alcazaba’, ‘La aseguradora’, ‘La ley de murphy‘, ‘Brasilia’ o ‘Medio pollo’, en las que por su espíritu y su inmediatez reconocemos al Chinarro de ‘El fuego amigo’ o ‘El mundo según’, aunque solo ocasionalmente alcancen el fulgor de ‘El rayo verde’ o ‘La decoración’. Por contra, es justo decir que el sevillano tiene ahora una soltura y seguridad interpretando que no tenía entonces, lo cual es de agradecer, y que ha adquirido un oficio como autor que le permite hacer atractivos incluso los momentos menos inspirados.
Por encima del amplio tapiz estilístico, priman su inagotable capacidad melódica y su inigualable locuacidad y sentido del humor, con ese especial talento para retorcer ripios y dichos del día a día, descubriendo siempre los tres pies al gato. Aunque quizá la crítica social y política tenga en ‘¡Menos samba!’ más protagonismo que nunca en toda su carrera (‘Tu elixir‘, ‘Santa Bárbara (General Dynamics, S.A.)’, ‘Dinero (otra vez no)’, ‘Jaleo Real’, ‘Las habichuelas’, ‘La plaga’), volvemos a encontrar al Luque que hace convivir a madres de las que hacen puntería con la zapatilla (‘Hot mothers’), sexo con desconocidas (‘La aseguradora’), devenires paternales (preciosa ‘Todo para mi’) y, en general, su ácida forma de entender las relaciones sentimentales y personales, siempre con los pies en la tierra y la mordacidad por bandera.
Se trata, como parece lógico pensar siendo tan apresurado y excesivo en su forma y planteamiento, de un disco imperfecto. Hay alguna canción discreta repartida en el conjunto (pienso en ‘La curva de la felicidad’ o ‘Los años en blanco’), pero es su recta final la que concentra los cortes menos atinados (los jugueteos de ‘Mr. España’ y ‘La iguana Mari’ solo se justifican como vehículo para sus textos, sobre adalides de la patria y vecinos insoportables, respectivamente) y eso hace decaer la opinión sobre el disco, afeando a su gran primera mitad. Al final enmienda la plana con la recuperación de ‘La arenga de los sindicatos futuristas‘ para cerrar el álbum, una visionaria canción de Aviador Dro que no solo describe a la perfección la patética situación política y social que vive nuestro país, sino que además enarbola el lema del nuevo Sr. Chinarro, «la producción, al poder» (según nos contó, podría grabar un nuevo álbum con su banda de siempre el próximo verano). Es irregular y tiene sus peros, a los que se aferrarán sus detractores, pero allá el que no quiera ver que estamos ante otro gran disco de uno de los mejores y más geniales autores de pop en castellano de las dos últimas décadas, como prueba su fantástica discografía.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Medio pollo’, ‘La alcazaba’, ‘Todo para mi’, ‘Dinero (otra vez no)’, ‘Brasilia’, ‘Tu elixir’, ‘La plaga’, ‘La ley de murphy’.
Te gustará si te gusta: tanto el Antonio Luque del pop con reminiscencia de los ochenta como el más folclórico.