La edad de oro de Low

En un momento del concierto, después de interpretar ‘Words’ (canción que abría su debut ‘I Could Live In Hope’), Alan Sparhawk reflexionaba el pasado día 28 en la madrileña sala But sobre las casi dos décadas que tenía esa canción. «Cuando yo era un crío, una canción de casi veinte años era de los Beatles o Jimi Hendrix. Es extraño», dijo. Lo cierto es que, en todo ese tiempo, Low se han trabajado un merecido lugar de honor en los altares del rock reciente y esta gira, que comenzó el día 26 en Sevilla y que continúa el día 30 en San Sebastián y el sábado 31 en Toledo, está pensada no solo para presentar su más reciente álbum, el enorme ‘C’mon‘, sino también para poner de manifiesto su ya importante legado.

En el show de Madrid, la banda de Duluth formada por Alan y su esposa Mimi Parker, acompañada por su más reciente bajista, Steve Garrington, exhibió todas las virtudes de un álbum publicado el año pasado, que sonó prácticamente al completo. Como nos habían anticipado, su sonido crudo y cercano se asemeja bastante a lo que la banda plasma en vivo, con una base rítmica muy sólida sobre la que Sparhawk deja fluir su inventiva con la guitarra, aunque el miércoles pareciera algo más comedida y se ajustara con bastante rigor a los patrones de las canciones. Y, claro, brillaron como casi siempre los fenomenales juegos vocales del matrimonio, que incluso con la preciosa voz de Mimi algo tocada siguen siendo su principal arma emotiva. Toda la primera parte del show se centró en demostrar que su nuevo repertorio, especialmente ‘Try To Sleep

‘, ‘Witches’, ‘Nightingale’, ‘Nothing But Heart’ o ‘Especially Me‘ (tremenda), están a la misma altura que sus viejos hits.

A estos últimos, regresando ocasionalmente a ‘C’mon’, dedicaron casi toda la segunda mitad del show y dejaron claro que pretenden ser todo lo complacientes posibles con su público. Casi todas las favoritas (o, al menos, las de uno) tuvieron cabida: ‘Canada’, ‘Sunflower‘, ‘California’, ‘Monkey’, ‘Murderer‘, ‘When I Go Deaf’ o ‘In The Drugs’ se fueron sucediendo hasta completar unos cien minutos de rock tan emocionante como emocionado, con un Alan que se dejaba la garganta en cada tema. Incluso agradeció que el público coreara algún estribillo, despojándose de ese halo de solemnidad que parece rodear a sus conciertos, tendiendo una mano al feliz público. 9

Rauelsson, en formato dúo, pretendió calentar el patio para Low, pero quizá la languidez de su propuesta requería un ambiente más íntimo para enganchar a un público que solo atendía en las primeras filas. Combinando el uso de teclados y un violín con la guitarra acústica y voces con efectos, Rauelsson se podrían ganar el favor de los fans de los primeros álbumes de Damien Jurado o Red House Painters, pero anoche no se daban las condiciones. 6

Foto cedida por Heinekenpro.com, fotógrafo: CARLA MIR

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Publicado por
Raúl Guillén