La portada, un pañuelo ensangrentado, ¿tiene que ver con el primer tema, ‘La Vella Ferida’?
David: «No necesariamente, aunque puede verse así. Leyendo sobre los orígenes del amor romántico, que se sitúa en el siglo XII con la poesía trovadoresca, encontré que había una tradición cuando se celebraban las justas (los torneos de caballeros con las lanzas). La dama ofrecía un pañuelo de seda salvaje al caballero que, en el caso de quedar herido, mojaba el pañuelo con su herida. Se ha interpretado esto como el origen metafórico de la relación amorosa, en el sentido de que ella ofrece la pureza, la virginidad, a cambio del sacrificio del hombre. Esa asociación entre muerte y amor y ese intercambio de sacrificio por pureza me pareció una buena imagen para la portada. Albert Folch, que es su diseñador, tuvo la buena idea de retratarlo como si fuera una naturaleza muerta, un trofeo de caza que está colgado, goteando sangre, y el fotógrafo hizo esta fotografía perfecta, tan fría pero a la vez tan cálida».
En los comentarios de la reseña del disco en nuestra web, algunos se preguntaban si era la prueba de virginidad que se exige a las novias en algunas culturas.
David: «En las bodas gitanas, claro. ¿Y por qué no? Seguro que es la misma tradición, pero en ese caso ya no está la idea del sacrificio sino demostrar si es virgen la chica. En la justa medieval, sin embargo, sí está, que es en lo que se funda la idea del amor romántico».
No sé si se puede decir que es un disco conceptual, pero al menos es conceptual en el mismo sentido que ‘Ordre I Aventura’.
David: «Cuando tienes una manera de trabajar en donde no pones los límites muy claros entre la vida y la obra una se contamina de la otra y, si yo estoy leyendo mucho sobre un tema, en las canciones acaban apareciendo cosas que me han preocupado, interesado u obsesionado últimamente. En ‘Ordre I Aventura’ había estado leyendo sobre ciencia y religión y acabó siendo un disco más espiritual, cosa que no me había planteado nunca. En este leí más sobre el amor romántico, la poesía trovadoresca y todo eso. Y el tema central del disco ha acabado siendo este. También teníamos la idea de sacar un mini-LP de canciones de amor al estilo del ‘A Short Album About Love’ (1997) de The Divine Comedy. Dijimos: «Con las cinco o seis canciones que tenemos sobre el tema, por qué no sacamos un EP». También para responder a la etiqueta de Mishima como grupo que canta al amor más que otros. Yo creo que no es así, pero…»
También es verdad que, aunque el amor sea el tema principal del disco, se habla de otros temas: la muerte, la soledad… Hay un tema central pero no es un disco cerrado.
David: «Como la vida, te puede estar interesando una cosa pero luego te interesa otra y si ves que te has puesto muy solemne intentas «aguar un poco el café»…»
Por eso lo mezcláis con el humor, como en ‘L’Ultima Ressaca’.
David: «Para coger perspectiva. Cuando te elevas, líricamente hablando, si todo el disco tiene esa exigencia al oyente, se hace un poco pesado. Mola de repente bajar y ver que desde otro punto de vista también se puede entender la realidad o la música…»
… para coger un nuevo impulso, porque acabáis el disco en lo más alto, con ‘Ningú m’espera’, en la que David, cantas con mucha más intensidad de la que nos tienes acostumbrados.
David: «Esa canción es muy rara. Empezó queriendo decir una cosa determinada para mí, cinco meses después quería decir otra y, al cabo del tiempo, otra más. Me he relacionado siempre de una forma rara con esta canción. El grupo cogió la versión más grandiosa del tema, y además el armonio le da un rollo solemne».
Dani: «Él llego cantando a grito pelado, súper agudo, con notas muy largas, muy diferente a lo que normalmente hace, y se prestaba a eso. Un rollo muy americano…»
Junto a ‘No Obeir’, tiene un estilo a lo Arcade Fire.
David: «Sí, lo dice mucha gente. Es un coro que nació de una especie de acople, Dani lo empezó a cantar de esa forma…»
Dani: «No tenía que ser tan grande en un principio, pero se fue haciendo grande, Paco [Loco, productor del disco, así como de ‘Set Tota La Vida’ y ‘Ordre I Aventura’] metió unos violines, ni siquiera estábamos cuando lo hizo, y se convirtió en una cosa… En los directos es uno de los temas que mejor funciona».
David: «Antes de grabarlo ya la tocamos en el concierto del Palau [grabado por TV3 y publicado por Sones en DVD] y el público empezó a cantar el coro y lo convirtió en más épico de lo que supuestamente era. En los dos bolos que llevamos de la gira hemos terminado cantando esta canción, el público ha continuado haciendo el coro, nos hemos ido, el público ha seguido cantando, y luego hemos salido y hemos terminado el tema. Imagínate».
Ya de por sí vuestro directo es muy intenso. Recuerdo un concierto en la sala El Sol de Madrid donde a David se le rompió una cuerda de la guitarra y seguisteis con la cuerda rota danzando por el aire. ¿Cómo trasladáis al directo el sonido depurado, elaborado, que tiene Mishima en disco?
Dani: «Es uno de los procesos más interesantes para mí porque la canción la grabas sin pensar en el directo. En este disco hemos querido que no hubiera tanta distancia entre lo grabado y el directo. En anteriores ocasiones no ha sido así: ‘Ordre I Aventura’ es un disco tranquilo pero muchas de las canciones ganan en intensidad sobre el escenario. En este caso no hay tanta diferencia entre lo grabado y lo directo. El proceso consiste en ensayar mogollón y buscar la manera en que todos o casi todos los arreglos suenen en el directo. A veces pasa que yo no puedo, porque si grabo tres guitarras solo puedo hacer una. Igual Marc hace algún arreglo mío. Es casi empezar de cero, porque la canción hay que reelaborarla».
David: «Son dos disciplinas dentro de la música: grabada y en directo. Si te fijas, la música en directo pasa por el cuerpo del intérprete pero también por el del público. El público está subordinado a la canción y, si el equipo de sonido es bueno, le pasa por todo el cuerpo. Cuando la escucha grabada, en cambio, está planchando o haciendo cualquier otra cosa, y se convierte en algo más cerebral».
Dani: «En uno tienes más espacio para texturas y en el otro para jugar con la intensidad».
David, en una entrevista dijiste que un disco era como una casa: que había ventanas que son los singles pero también desvanes, que son esas canciones más o menos misteriosas. Ese espíritu se aplica completamente a ‘L’Amor Feliç’.
David: «Es de esas lecciones que vas aprendiendo con el paso de los años. Al principio yo era un compositor que casi solo escribía en un estado de ánimo concreto, y todas mis canciones estaban en ese estado de ánimo, y comencé a cuestionarme mi forma de componer. Siempre lo hacía a la misma hora de la tarde y pensé «en lugar de eso, voy a componer por la mañana»».
¿Y notaste algún cambio?
David: «Cambió bastante el estado de ánimo de mis canciones. Escuchaba mis discos y pensaba «qué deprimente; yo no soy un tipo deprimente, en la vida me gusta mucho reír y pasármelo bien, y la gente no me ve como una persona oscura o siniestra, ¿qué me pasa que solo escribo de esa forma?». Solo accedía a la música cuando anhelaba algo, solo cogía la guitarra cuando me sentía incompleto. Tienes que luchar para expresar musicalmente otras cosas, es la manera de hacer tu música mucho más interesante, que sea mucho más compleja, más rica. Por eso la metáfora de la casa. No puede estar hecha solo de desvanes, tiene que tener una entrada amplia, una habitación para los invitados, un comedor…»
Dani: «Los discos que más me gustan suelen ser muy variados. Este rollo de los 90 de disco que suena todo igual, cuya producción tiene el mismo tratamiento para todos los temas, que es un estado de ánimo continuo… Para según qué tipo de música sí sirve, pero para otros…»
David: «Recuerdo algunos momentos en el pasado de Mishima en que dábamos pocos conciertos. Al empezar a tener éxito tocas más y de repente te encuentras a las cinco de la tarde en una plaza de un pueblo precioso, con la gente pasándoselo en grande, y tienes que tocar esas canciones deprimentes de la ciudad escritas en invierno y piensas: «mi música no vale aquí». Y tu música tiene que ser válida en todos los sitios, es algo que me he impuesto y creo que en Mishima lo hemos logrado, que estén representados todos los estados de ánimo de una persona».
Mishima – L’Ultima Resaca on MUZU.TV.
¿Cómo surgió la idea de hacer una versión de George Brassens, ‘No Existeix L’Amor Feliç’, que además da título al disco?
David: «Mis padres escuchaban mucho a Brassens. Hace poco un amigo me fue pasando canciones hasta que me compré un recopilatorio y lo escuché sistemáticamente. Como ejercicio habitual cojo alguna canción y la traduzco, me gusta hacerlo, me mantiene el músculo compositivo en forma porque tienes que organizar una información en un patrón rítmico, apurar la lengua… Traduje ‘Il N’Ya Pas D’Amour Heureux’, me gustó cómo quedaba, la llevé al grupo y la adaptó muy bien y en el concierto que dimos en Madrid hace algo más de un año ya la tocamos, porque Guillaine, de Litoral [con quienes compartieron cartel], es francés, y lo hablamos. Además, como estaba leyendo sobre los orígenes del amor romántico y esta canción habla directamente del tema… Ahí está el origen del disco, en realidad: Ya que dicen que nosotros hablamos sobre el amor, hagamos un disco sobre ello».
Es un reto traducir a Brassens, y también a Rilke.
David: «A Rilke no lo traduje yo, no lo he leído tanto, pero sí he leído mucho a Joan Viñoli, que hace la versión traducida de Rilke. Es un poeta muy bueno y lo leo a menudo, y en sus obras completas tiene esta versión, que es un fragmento de un poema muy largo, pero es tan chulo porque tiene esta ambición de capturarlo todo, de hablar de la vida y de la muerte de una forma musical y muy sencilla en realidad, y es tan pop y tan sencillo y drástico que decidí incluirlo».
Aunque vuestras raíces musicales son anglosajonas, será por incluir la versión de Brassens que parece que estáis virando más hacia la influencia de la música francesa, Dominique A, por ejemplo.
Dani: «A mí me encanta la música francesa pero no creo que nosotros tengamos una influencia directa».
David: «Cualquier lengua latina, aunque cantes rock o pop, como la estructura gramatical de la frase se parece más que al inglés, quieras que no, esa sonoridad, esa cadencia de los versos, se asemeja».
Dani: «Hablando de letras y de lírica quizá sí, pero instrumentalmente no creo que sonemos nada franceses. Dominique A puede, pero yo soy más anglosajón que otra cosa».
En el tránsito que habéis hecho de cantar en inglés a cantar en catalán, ¿ha influido en la visión musical del propio grupo, de las influencias?
David: «Nosotros siempre hemos cantado en catalán, en el primer disco ya había una canción así, lo que pasa es que poco a poco he ido cogiendo más seguridad a la hora de escribir en este idioma y ha ganado más presencia en el repertorio».
Dani: «No escuchamos más música en catalán porque hayamos cambiado de idioma. Bueno, ahora igual sí, pero como todo el mundo, hay más grupos interesantes cantando en catalán, pero seguimos con las mismas influencias y gustos de siempre».
¿Os consideráis pioneros de esta, digamos, revalorización del catalán? Porque siempre ha habido artistas que han cantado en este idioma.
David: «Lo que nos consideramos es viejos [risas]. Antes y después ha habido grupos muy buenos que han cantado en catalán».
Dani: «Nosotros somos un grupo de rock, y como todos los grupos de rock de hoy en día, ninguno ha sido pionero de nada. La gente insiste con esta pregunta, que si somos pioneros de algo, que si formamos parte de una escena… No me interesa. Hace ocho años, cuando no había escena y no se hablaba de esto, estábamos haciendo lo mismo».
Siempre ha habido grupos que cantan en catalán pero ahora parece que está de moda, ¿están saliendo del armario o es el resto del país el que está prestando atención?
David: «Ha aparecido un público en Cataluña y fuera de allí pero propuestas ha habido siempre. Es verdad que el catalán en la música pasó por momentos duros en los 90».
Con la llegada del indie se dejó de lado.
Dani: «No era cool. Lo era cantar en inglés y ahora casi nadie lo hace».
También es cierto que hay rock en catalán pero no hay tanto pop. Y el que hay parece que tiene que tener esa raíz mediterránea, algo de folk. Vosotros sois más puristas del pop anglosajón y metéis menos elementos de folk.
Dani: «Porque nuestras influencias son otras. Por ejemplo, Manel los conocemos, son colegas, y ellos han escuchado mucha música cantada en catalán, como Serrat».
David: «Y son fans de cantautores, yo no tanto. El cantautor que más he escuchado es Jarvis Cocker, que le considero cantautor porque escribe muy buenas letras. O Nick Cave, o Leonard Cohen, o Bob Dylan. Escriben muy buenas letras y tienen sonoridad rock, que es lo que a mí me gusta».
Ahora que estáis distribuidos por una multinacional (Warner) vais a llegar a más lados, por lo que os volverán a considerar pioneros, la punta de lanza del pop en catalán. ¿Es una responsabilidad?
Dani: «No, pero nos gustaría tener la oportunidad de tocar en sitios donde no hemos tocado nunca en España, por ejemplo en Andalucía».
David: «Es el mismo sentido de la responsabilidad que tienes que tener ante tu obra y como grupo, de crecer y ser mejores cada vez».
¿Sentisteis algún temor de incomprensión la primera vez que salisteis fuera de Cataluña a tocar vuestras canciones en catalán?
David: «Es el mismo temor que deberían tener los ingleses cuando vienen a tocar aquí».
Sí, pero en el fondo parece que se acepta mejor a alguien que canta en inglés.
David: «Sí, esos prejuicios existen pero no puedes hacer tu carrera teniendo en cuenta los prejuicios de los demás, tienes que actuar como si la otra gente tuviera tan pocos prejuicios como tú. Es como decirle a un cineasta vietnamita que no haga cine porque el cine es americano. Cuando te gusta mucho el cine, vas a ver películas de todo el mundo y te gusta escuchar acentos distintos. Por ejemplo, Sigur Rós serían otra cosa si cantaran en inglés».
Cambiando de tema, los que tenéis una carrera consolidada parece que estáis afrontando una popularidad cada vez mayor. Veteranos como Fernando Alfaro, Nacho Vegas, Sr. Chinarro, etc. están teniendo ahora sus mayores éxitos. También hay muchos grupos noveles que están saliendo con cierto éxito. ¿Son las crisis los momentos creativos más potentes?
David: «Creo que ha subido el nivel cultural del país, al menos en Cataluña se ve muy claramente. En la gira de ‘Ordre I Aventura’ tocábamos en muchos auditorios y veíamos que eran casi nuevos. Cada vez hay más gente que se compra instrumentos. España ha mejorado culturalmente y las propuestas son cada vez más ricas y sofisticadas, y encuentran un público más abierto a escuchar peculiaridades. El público culto o exigente busca algo distinto, escuchar otras músicas. Hace unos días di un concierto rarísimo. Una escuela de idiomas de Dinamarca hacía una jornada sobre Barcelona y me invitaron a la biblioteca central de Copenhague a tocar. Había unos trescientos daneses escuchando, sin entender una mierda, claro».
¿Estudiaban catalán?
David: «No, castellano. Otros eran gente que había venido a verlo sin tener ninguna vinculación con la escuela. Esto es inquietud cultural».
Dani: «O en Estados Unidos, hay muchos asiduos de salas que acuden a ver cosas nuevas».
David: «Cuando fuimos a Brighton, al festival The Great Escape, pensábamos que no iba a venir ni Dios y estaba la sala llena, y sabes que esa gente no te conoce ni te ha escuchado nunca. Yo terminé los estudios en Grenoble, una ciudad francesa de trescientos mil habitantes, y tenía una filmoteca con una programación mucho más ambiciosa que la de Barcelona. El nivel cultural se nota en estas cosas, en que el público quiere ver conciertos. Estoy seguro que de aquí a diez años será mejor aún».
Dani: «Y seremos realmente famosos [risas]».
David: «Si no nos separamos antes [risas]. La crisis es muy reciente para analizarla. Yo ganaba el doble de lo que gano ahora, que me dedico solo a la música, y dejé el trabajo cuando empezaba la crisis. Mi mujer no tiene tanto trabajo como tenía…»
Sin embargo, y a pesar de todo lo dicho, las letras son en el fondo optimistas, como lecciones de vida…
David: «Sí. A veces lo veo como un problema: Siempre hablo de cosas graves, importantes, solemnes… Pero también siento que es la manera de superar los obstáculos de la vida. Si logras expresar una emoción dura o difícil y la conviertes en canción, has ganado, porque te puedes enfrentar a ese sentimiento de una forma más confortable y natural. Hay algo optimista en el hecho de poder cantar sobre la muerte, un triunfo del ser humano vivo».
Marlango, en una entrevista reciente, hablaban de la obligación como músicos de ofrecer algo positivo, no sé si a vosotros os pasa lo mismo, si os sentís en la obligación de ofrecer una vía de escape a la situación actual.
David: «La mejor manera de luchar contra una crisis es trabajar y dedicarle lo mejor de ti a tu trabajo y a eso que tú crees que te va a dar felicidad y que se la va a dar a los otros. La salida de la crisis es esta, sacando discos y queriendo expresarte y no hacer tanto caso del «estamos jodidos, todo es una mierda»».
Dani: «Va por separado, hay gente que reclama más compromiso, que los músicos «canten a los tiempos», a lo que está pasando. Este disco de Mishima podría haber salido hace tiempo, ahora o en el futuro, lo de la crisis es circunstancial».
David: «Hay una tentación de que lo que salga en las noticias lo haga en las canciones. Sería un rollo la vida si solo habláramos todos de la crisis».
Dani: «Los periódicos no hablan de sentimientos».
David: «Ni de amor [risas]».