El domingo, cuando Sarkozy perdía la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Carla era la segunda mujer que me venía a la cabeza. Y si bien era fácil visualizar la poco agradable carita de perro enfadado de Angela Merkel, a Bruni, siempre más agradecida de imaginar, la situaba frotándose las manos concretando un futuro más cierto y sólido del que espera a la germanota. No me equivocaba. Sólo 48 horas después del anuncio de su salida del Elíseo, la noticia de sus planes musicales llegaba al mundo.
A pesar de que ‘Comme si de rien n’était‘, ya disco post-Sarkozy, terminó logrando un considerable éxito, aunque no comparable al de ‘Quelqu’un m’a dit‘ (de unos dos millones de copias vendidas se pasó a medio millón), Carla Bruni ha estado para nuestra desgracia retirada de los escenarios durante este tiempo. Entre sus compromisos políticos y sociales, ya sabéis, saludando al príncipe Carlos, la Reina de Inglaterra y otros protagonistas de telefilms de las 15.45, alguna aparición cinematográfica en la oscarizada ‘Midnight in Paris‘ y su reciente maternidad, sobre la que guarda un recelo absoluto, evidentemente no ha habido lugar para subirse con su guitarra a una furgoneta (es un decir) y presentar sus bonitas composiciones por el mundo.
Dice su representante Véronique Rampazzo
que no ha dejado de componer y que lo único que se ha suspendido este tiempo con respecto a su carrera musical han sido los conciertos, que podrá retomar ahora. Además, se anuncia su disco para tan pronto como este mismo otoño. Me lo creo todo. Alguien con el talento para componer canciones tan bonitas como ‘Ma jeunesse’, ‘Raphaël’ o ‘L’amoureuse’ y de poner en su sitio la imprescindible ‘Le ciel dans une chambre’, no puede haberse quedado de un día para otro mano sobre mano. Simplemente no era adecuado publicar algo mientras su marido era eliminado paulatina pero penosamente de la política nacional después de sólo una legislatura, y subía el paro.Aunque nosotros esperamos su comeback con los brazos abiertos, a Carla le esperan días más duros que aquellos que pasó Russian Red cuando se encontró contestando cosas que no le correspondían en El País y La Razón. Figuraos: a ella sí le corresponden, y además ha sido modelo profesional. Si en un momento dado en el Parlamento Francés frieron a Sarkozy a preguntas que contenían referencias irónicas a títulos de canciones de su esposa, ¿qué no serán capaz de hacer con ella? ¿Cuántos sobreanálisis buscarán a Nicolas en sus letras, que tienden a hablar del amor y la vida? Un amigo me diría: «Lo siento, no vas a conseguir que me dé pena Carla Bruni». Y con razón. Ella es de las que puede permitirse una simpática notita en los mails a la prensa que indique: «prohibido preguntarle en las entrevistas sobre política» y no es de las que tienen que mancharse los zapatos para actuar en festivales. Aun así, me cuesta creer que precisamente después de estos cuatro años, pueda ganar el respeto que ya merecía y que, por otras razones, también le había sido negado con anterioridad.