Fue un inmejorable arranque para exponer todo su magnífico debut (solo se quedó fuera del setlist ’11 de novembre’, curiosamente), acompañada por una banda fantástica capitaneada por un Refree que alternaba guitarra, banjo o mandolina, entre otros, y que incluía solo cuerdas: un chelo, un contrabajo y otro guitarrista (Mario Mas, fabuloso). Pese a ser su segundo concierto (el primero fue una presentación con orquesta nada menos que en el Liceu), el grupo aúna virtuosismo, ingenio y amplitud de miras suficientes para plasmar a la perfección la riqueza de matices y arreglos del álbum, haciendo total justicia al trabajo realizado en estudio. Canciones como ‘Pare Meu’, ‘Iglesias’, ‘Não sei’ o ‘Memoria de pez’ sonaron igualmente impactantes o aun más, gracias sobre todo a la prodigiosa voz de Pérez Cruz, capaz de agotar todos los elogios imaginables.
Con la versatilidad, calidez e inspiración de la catalana ya alcanzaría para defender y transmitir la honda sensibilidad de sus canciones, pero su adaptación lograba darles ese carácter diferenciador del disco. Quizá por eso resultó chocante su empeño por mostrarse cercana o explicar demasiado ciertos aspectos de las canciones, ya fuera por exceso de nervios o de modestia. O de ambas cosas. Sílvia debe creerse que tiene una gran voz, un gran repertorio (que completaron con sus ya conocidas reinterpretaciones de ‘Cucurrucucú paloma’ y ‘Correndes d’exili’) y una buena banda. Afortunadamente, la seguridad y las tablas pueden adquirirse, y el talento le sobra. Hacia el final, más suelta, bordó la interpretación del bonus track de iTunes ‘Así es mi boca’ junto al gran contrabajista Javier Colina, al que invitó a subir a escena, antes de cerrar con la enorme ‘Folegandros’, sin que echáramos de menos el tremendo arreglo coral del álbum. 8