No fue fácil abrirse camino para llegar a las primeras filas de la actuación de Austra en el SonarVillage. Había mucho interés por escuchar la voz de su cantante Katie Stelmanis, que no tuvo demasiada suerte con el sonido. Los canadienses tuvieron dificultades que no se resolvieron a medida que avanzaba su set, principalmente sonidos graves extremos que disiparon los matices vocales que los distinguen. La nota de color a estos problemas la pusieron unas coristas-bailarinas que nada tienen que ver con el concepto operístico de las canciones.
Acto seguido vendría una sesión de uno de los capos fundadores del sello Mute Records, Daniel Miller, por el que han desfilado Nick Cave, Depeche Mode, Apparat, Goldfrapp o Moby. Al menos consiguió momentos de buen ritmo de techno crudo plagado de subidas y bajadas, donde el hilo conductor era el minimalismo electrónico.
Llegaba el momento de abandonar Sónar Día para pasar a la Fira de L’Hospitalet. Comenzamos con un espectáculo audiovisual de ésos que solo se pueden ver en el Sónar, al menos en un formato tan multitudinario. Se trataba de Amon Tobin y su ‘ISAM Live’, un impactante espectáculo audiovisual basado en proyecciones sobre una superficie con diferentes volúmenes, lo cual daba una extraordinaria impresión total de 3D. Un show a medio camino entre la instalación y la performance que hacía del descenso a ciertos infiernos del Sónar Noche una actividad más complaciente. A continuación, Nicolas Jaar, otro de los artistas que hacían doblete en esta edición y, lo que es más difícil, triunfando allá por donde va. Para este momento, el joven Jaar preparó un directo contundente e hipnótico. Una música llena de matices profundos, influencias que van desde el house orgánico al dubstep, en un estilo singular que él mismo trata de definir como «blue wave»: un downtempo misteriosamente bailable, arrollador, y con el paso seguro que aporta el haber firmado ‘Space Is Only Noise’, una de las últimas joyas de la música contemporánea. Y lo que le queda.
En el mismo escenario cogía el relevo el británico James Blake, en su faceta de dj, en la que también se muestra como pez en el agua, bien planteada y excelentemente ejecutada. Acompañó la maquinaria dupstep que domina con astucia con hip-hop y R&B y gran gusto por el ritmo (fue muy celebrado el momento Destiny´s Child). Pasamos por alto una constante en músicos que hacen de dj’s: pinchar sus propias canciones en ciertos ambientes provoca rechazo y parece forzado, porque es lo que se espera de ellos.
La actuación de Squarepusher fue sin duda uno de los momentos para recordar de la presente edición. Los breakbeats que el británico lanzó indiscriminadamente llegaban de forma sólida y con una contundencia durísima. Bajo una careta luminosa y apoyado en una tremenda pantalla de Leds, mantuvo la tensión cargado de sonidos complejos, sustentados en el bajo y con influencias de techno, jungle y acid house. Los graves eran tan extremos que te ponían literalmente los pelos de punta, dando la impresión de que se pudieran tocar. Un repertorio muy denso pero que supo a poco. Simultáneamente, el espectáculo más machacón de esta edición corrió a cargo de Fatboy Slim. Su actuación dejó pequeño el SonarPub, totalmente abarrotado por un público mayoritariamente joven y entregado a la causa. Su electrónica trompetera y gamberra («put you hands up in the air» repetido ad nauseam) estaba jaleada por los gestos y aspavientos de su excesivo responsable, que animaba al público a dar palmas, gritos y saltos, convirtiendo el SonarPub en una fiesta algo verbenera y más salvaje, entorpecida por problemas de sonido que hicieron que su sesión se quedara en un silencio de varios minutos. Algo que en ese escenario se repitió en más de una ocasión a lo largo de la noche.
Los últimos momentos de la jornada los vivimos buscando una solución algo más armónica. El poderoso productor Jacques Lu Cont (aka Stuart Price) estaba a los platos en una sesión más intensa de lo esperado pero que dejó momentos muy bailables. Esa densidad, en algunos momentos, como ese mix cañero de Fever Ray, nos sirvió, precisamente, para esquivar los rayos del amanecer y refugiarnos en la oscura sesión de dancefloor de la dj rusa Nina Kraviz, que puso el broche final a una jornada que estuvo marcada por la pluralidad de su contenido. Txema, Sr. John.
Fotos: Prensa Sónar.