Sónar 2012: sábado

Durante el día del sábado, una de las actuaciones que más expectativas despertaba fue la de Darkside, el lado más oscuro de Nicolas Jaar, que en esta faceta forma dúo con el guitarrista Dave Harrington. El chileno tocaba sus instrumentos electrónicos y recitaba con su delicada voz, a veces con falsete, mientras que la guitarra le acompañaba en forma de riffs y punteos que convirtieron el conjunto en una suerte de techno blues muy bailable. Especialmente emotivo fue el tema con el sample de ‘Wicked Game’ de Chris Isaak. Al final, el baile fue dejando paso a unos últimos minutos de experimentación que quizá se hicieran un poco largos para el público, sediento de ritmos más contundentes.

En esta jornada tan ecléctica, el soul llegó bajo la voz de Jesse Boykins III en la carpa SonarDôme. El americano supo contagiar su entusiasmo y su vitalismo sin dilaciones, sólo aflojando en determinados medios tiempos. Es muy probable que en otro entorno (recordemos que la carpa estaba presentada por Red Bull Music Academy) hubiera funcionado mejor su atípica visión de un soul melódico y crujiente, muy en consonancia con su pelo, con esa apariencia como de dibujo animado.

Los asistentes al directo de Diamond Version, entre los que se encontraba Daniel Miller, fundador de Mute Records, participaron en un momento de comunión unas veces a través de melodías sencillas, pero otras con un marcado acento ruidista y atronador. El colectivo formado por el músico experimental Alva Noto y el productor y publicista alemán Byetone (aka Olaf Bender, que ya nos deslumbró en Sónar 2009) estaba acompañado en esta ocasión por el artista japonés Atsuhiro Ito, que utiliza tubos fluorescentes modificados para producir sonidos distorsionados con una aproximación rockera, casi heavy. Como viene siendo habitual en el Sónar, los artistas que trabajan con la música experimental y la imagen muestran una preocupación casi constante por la representación visual del sonido en todas sus formas, ya sea mediante proyecciones de vídeo, luces o instalaciones de gran formato.

En un extremo contrario, actuaba en SonarDôme Dj Havey que, parapetado tras las gafas de sol y con una sonrisa constante, aglomeraba un nutrido raudal de hits imposibles de ignorar en las horas previas del Sónar Noche. Todos los cortes eran reconocibles, dejando intacta una leyenda curtida durante varias décadas al pie de los platos, creando un auténtico delirio entre el público que exprimía hasta sus últimas consecuencias las últimas horas de la versión soleada del festival. Situación repetida como un calco en SónarVillage durante la actuación del joven productor Daniel Martin-McCormick con su alias Ital, que dio una lección de un soul disco acertadísimo, movido y vitalista.

Las primeras actuaciones del sábado noche suelen albergar las selecciones de grupos que ocupan páginas de la historia de la música contemporánea como Grace Jones, Roxy Music, Yazoo… Este año era el turno de New Order y The Roots, programados además en el mismo horario.

En primer lugar, New Order venían de actuar en el concierto inaugural del jueves, solo accesible mediante invitación. En este caso, dentro de la programación oficial, su actuación duró una hora escasa en la que hicieron justo lo que se esperaba de ellos: desgranar de forma aceptable una selección de las canciones de mayor éxito de su longeva carrera. Sin duda, una de las imágenes más memorables de esta edición será la del público entusiasmado recitando los versos de temas míticos como ‘Bizarre Love Triangle’ o ‘Blue Monday’, sin desmerecer la presencia en el setlist de temas de su formación anterior, Joy Division, interpretados de forma un tanto forzada ante la ausencia no solo de la voz y la actitud de Ian Curtis, sino también del bajo de Peter Hook, quien por otra parte sigue explotando la marca de Joy Division con sus conciertos de versiones de una forma, digamos, discutible. Los New Order están relativamente en forma, pero tanto la puesta en escena, con esas proyecciones tan de VHS, como el propio contenido del directo, hizo de la suya una presentación solo apta para los más nostálgicos.

No tuvieron un buen arranque The Roots en asistencia de público. Suerte que a medida que avanzaban fueron ganando devotos, dejando claro que es bueno presenciar el directo de un grupo con el sambenito de ser el favorito de Barack Obama, si ese grupo es elocuente y sublime, y se toma en serio la idea de espectáculo. Si el comienzo fue un homenaje a Beastie Boys, más adelante aparecieron otros para el ‘Sweet Child O´mine’ de Guns N´Roses o el ‘Apache’ de The Sugarhill Gang. Una experiencia que transcurrió sin sorpresas pero que desprendió la energía propia de la música negra, incluso en momentos más pausados como la enorme ‘You Got Me’.

Mientras tanto, Metronomy ofrecía un concierto en el que su sonido brillaba de forma esplendorosa y nítida, quizá porque son muy buenos músicos (esta vez eran cuatro) y tienen un repertorio que funciona muy bien en directo. Sonaron muchos hits, porque los tienen, como ‘The Look’ o ‘The Bay’, siendo así responsables de otro gran momento de esta edición (y ya iban unos cuantos). Poco después llegaría el estilo tan peculiar y esplendoroso de Die Antwoord

, la banda sudafricana de rap macarra que, tras su éxito del año pasado (fue el gran descubrimiento de la pasada edición), ha vuelto este por una merecidísima aclamación popular. En los platos pinchaba DJ High Tech, salido del armario, que comenzó por las buenas soltando sus grandes versos “DJ High Tech will fuck you in the ass». A continuación, hicieron su aparición los vocalistas: Ninja, el rapero cuarentón con apariencia de haber tenido más de un problema con la justicia, y Yo Landi, la niña menuda y con voz de aficionada a aspirar helio. Ya con un repertorio algo más rotundo, alternaron canciones de su último disco, ‘Ten$ion’, con los mejores hits del primero, como la genial ‘Rich Bitch’ o ‘Enter the Ninja’. Hasta Ninja se atrevió a entonar algunas frases de una canción de la mismísima Enya. Este grupo recuerda al gamberrismo de los 90 de Pop Will Eat Itself (Pwei) en lo musical y en la actitud, pero también en las imágenes visuales que The Designers Republic les hicieron y que, por cierto, fueron motivo de una exposición de un Sónar de hace años. Si lo que están haciendo sus protagonistas es un papelón o son realmente así es algo que poco importa, porque el resultado es rotundo. Quizá se echara en falta la parafernalia que trajeron el año pasado, y es posible que el factor sorpresa estuviera diluido, pero lo que está claro es que firmaron un directo poderoso.

Al contrario, acercarse a ver Hot Chip en el mismo escenario de hace dos años es volver al asombro inicial. Si en el inicio de la velada vimos una sesión de The 2 Bears más bien sosa y que podría haber alimentado cierto desaliento, la banda de Alexis Taylor nos hizó bailar de verdad, gracias a la pasmosa ‘Flutes’ de su último trabajo o al torrente de hits que suponen ‘Over and Over’, ‘Ready for the Floor’ o ‘I Feel Better’. Sonando mucho mejor que en su anterior visita, concibiendo genialidad y diversión en altas dosis, Hot Chip se consolidaron como recurso seguro, fiel al mejor pop electrónico.

Azari & III comienzan a ser un referente de la música house actual que no olvida la música de baile más clásica, con unos ritmos actualizados que parecen sacados de una discoteca gay de Nueva York. No en vano, este cuarteto canadiense ha cosechado sus mayores éxitos en Estados Unidos, y eso se notaba entre el público extranjero, que se dejaba llevar por melodías y ritmos que no son nada nuevo, pero sí objeto de reivindicación en unas pistas de baile que en los últimos años se han visto algo saturadas de minimal y que los canadienses coronaron con una acertadísima versión del clásico Adonis.

¿Cómo debe de ser la escena electrónica en Canadá que no dejan de salir artistas de una calidad incontestable? En este caso, en el escenario SónarClub, Deadmau5 dio una buena muestra de la solidez de su sonido y su público dejó patente su admiración. Era fácil localizar a los fans acérrimos, muchos de ellos orientales, ataviados con las características orejas de ratón de todos los tamaños y colores. Un ejemplo del carácter «hágalo usted mismo» que afecta al fenómeno fan desde las carpetas forradas con fotos y que para nuestra sorpresa también se aplica a la música de baile. Su sonido es bárbaro, con un ritmo atronador y bailable, y además está sustentado por un espectáculo visual prodigioso de tecnología LED y 3D. Algo más deslucido quedó el directo de Modeselektor, que esperábamos con mucha curiosidad tras su trabajo ‘Monkeytown‘, tan ecléctico como irregular. El resultado fue aceptable, sí, pero eso no cumplió nuestras expectativas, que quizá eran demasiado altas. En algún momento parecía que estos alemanes se dedicaban básicamente a poner su disco mientras se pavoneaban sobre el escenario hablando por teléfono, haciendo playbacks con un micrófono o descorchando botellas de champán frente al foso. Hasta el resultado de las visuales de Pfadfinderei se veía repetitivo, como sacado directamente del DVD. Así que para emular la experiencia basta con ponerse el disco y bajar las luces en el salón. Menos mal que era un «Live»…

Ya estamos hablando de las últimas dosis de esta edición del Sónar, la noche del sábado, y ya se sabe el público que la puebla a esas horas. No teníamos muchas esperanzas, pero en en éstas apareció Laurent Garnier, otro buen conocido del festival, esta vez acompañado por otros dos productores y presentando ‘Timeless’, su primer trabajo para Ed Banger. El SónarPub se quedó pequeño, se notaba en el ambiente que había pocas ganas de despedidas, y los artistas supieron contagiarse de la apoteosis que imperaba en la pista para ofrecer una sesión entusiasta. Un broche final a tres días donde ha habido de todo. Tendremos que esperar un año para descubrir qué nos tienen preparado para la edición del festival Sónar 2013, que cumplirá su vigésimo aniversario -las entradas ya están a la venta «a precio de 2005»- y que, como siempre, continúa expandiendo los límites de su ya extenso territorio. Txema y Sr. John.

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