El éxito de Guetta, en otros tiempos inconcebible, llegó hasta el último lugar del mundo donde triunfan los artistas internacionales, España, hace un par de temporadas. Después de varias semanas de empuje, ‘One Love’ era número 1 en las listas de ventas. Desde entonces ha sido imposible deshacerse de él. Una sucesión de singles y featurings han ido apareciendo por las listas de medio mundo y también las de nuestro país. Como siempre, como efecto de la saturación, mientras la masa adora cada uno de sus pasos, otra gente le aborrece.
El día en que se anunció que David Guetta actuaría en el FIB, corrieron tantos ríos de tinta como los del año pasado cuando su mismo nombre se confirmaba en el Festival de los Monegros (un hito su Facebook aquel día). Nuestro artículo, en el que comentábamos irónicamente que Guetta también actuaba este año en Coachella sin que nadie -al menos que supiéramos- se llevara las manos a la cabeza, era leído por 5000 personas sólo durante la primera hora, produciendo uno de los picos de tráfico más inesperados de nuestro site durante este año.
Desde entonces, las bromas públicas, internas e ironías varias no han dejado de sucederse. Frente a la ira de los que esperaban una gran confirmación en la línea de Arcade Fire en 2011, mi postura no es tan radical. Ya hemos visto en otras ediciones cómo los fibers cuestionaban la inclusión de Kiko Veneno o Julieta Venegas en el cartel… para nada, porque después, en un entorno festivalero, por no desentonar no desentonó ni aquella participación espontánea de La Terremoto de Alcorcón subida en una pequeña plataforma hace unos años.
David Guetta no estaría en mi top 20 de artistas interesantes que ver en esta edición de Benicàssim, pero sí, por supuesto, entre aquellos a los que asistiré, coincida con quien coincida. La razón no es aquel primer disco ‘Just A Little Bit More’, bastante mono en su conjugación de dance con funky o incluso soul, que además dio lugar al hit ‘Love Don’t Let Me Go’, que me aburrí de pinchar cuando pinchaba. Un disco que, revisitado, le permitiría hacer una actuación casi tan chula como aquella tan bailonga que dieron Moloko en la carpa Fiberfib cuando estaban a punto de separarse.
Por aquellos entonces su sonido no estaba tan lejos. Pero David Guetta no ha firmado con el FIB una intención de recuperarlo ni nadie lo desea. Si algo se espera y espero de él es que le dé al público su ración de pan, circo y boogie boogie, en el que suele ser uno de los fines de semana más desmadrados de todo el año. Probablemente el Escenario Maravillas sea el único posible donde ‘When Love Takes Over’ o ‘Titanium’, alejadas de contextos ibicencos wannabe, sonarán más hedonistas, atronadoras y divertidas que vulgares. ¿Quién quiere perdérselas mientras miles de post-adolescentes británicos se despelotan y rocían de cerveza entre sí? Yo ya estoy contando las horas.
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