Perfectamente acorde con el estado emocional de Rumer antes, durante y después de la grabación de este álbum (la vida de esta mujer da para una película), ‘Boys Don’t Cry’ es sobre todo un disco triste, más aún cuando su productor, Steve Brown, que se encargó también de ‘Seasons of My Soul’, abandonara la labor por diferencias con Rumer, lo que hundió a la cantante en un profundo desconsuelo y, posteriormente, fuera diagnosticada de síndrome bipolar, del que dice ya estar recuperada. Los temas escogidos, todos pequeños clásicos (por decir algo) de los años setenta que popularizaron hombres como Isaac Hayes, Jimmy Webb, Tedd Rundgren o Terry Reid, hablan del fin de una relación, de la melancolía que eso supone, de beber para olvidar, de viajes en solitario o de un futuro incierto.
Pero la gracia del álbum, o una de ellas, la explica muy bien su intérprete en una entrevista a Telegraph, en la que asegura haber querido “hacer un disco bonito de escuchar” aunque “los mensajes de las canciones” sean “muy profundos, sobre la muerte de los seres queridos (…), la angustia existencial, la obsesión, la rabia (…)”. Efectivamente, ‘Boys Don’t Cry’ termina siendo una escucha de lo más agradable gracias a la cálida voz de Rumer, totalmente “easy-listening”, pero también a la exquisitez de los arreglos y a las bellísimas melodías de canciones como ‘Sara Smile’, ‘The Same Old Tears on a New Background’, ‘Be Nice to Me’, ‘Flyin’ Shoes’, etcétera.
Sobre todo, son su voz y los arreglos los elementos que dotan al disco de la homogeneidad que esperaríamos de un segundo álbum de material propio de Rumer, por lo que, pese a tratarse de un disco de versiones, ‘Boys Don’t Cry’ funciona perfectamente como sucesor de ‘Seasons of My Soul’ y no hay en él ni rastro del típico disco de versiones que un artista lanza para tomarse un descanso creativo o porque se le han agotado las ideas. De hecho, Rumer ya hablaba de un segundo disco de canciones compuestas por ella en las entrevistas de promoción de ‘Seasons of My Soul’, y recientemente, en su página oficial de Facebook, ha publicado un título provisional para ese álbum, un ‘Into Colour’ que serviría de contrapunto para este ‘Boys Don’t Cry’ lleno de dolor y nostalgia.
Ese par de elementos que aportan cohesión al conjunto de ‘Boys Don’t Cry’ son también los que hacen de Rumer una de esas intérpretes destinadas a perdurar en el tiempo gracias a su capacidad para ponerse a la altura de los temas versionados o incluso superarlos. Por ejemplo, ‘The Same Old Tears on a New Background’, absolutamente desgarradora en voz de Stephen Bishop, es igual de emotiva en la de Sarah Joyce. Por otro lado, ¿quién va a echar de menos la intensidad de ‘Travelin’ Boy’ de Art Garfunkel o la crudeza de ‘It Could Be The First Day’ de Richie Havens cuando Rumer las hace completamente suyas envolviéndolas en preciosos arreglos orquestales mientras su suave voz acaricia los oídos del oyente? Las sosegadas versiones del ‘We Will’ de Gilbert O’Sullivan, que ya aparecía como cara B del single ‘Am I Forgiven?’, del ‘Be Nice to Me’ de Todd Rundgren o del ‘Home Thoughts From Abroad’ de Clifford T. Ward vienen también a confirmar, aunque en realidad lo hacen todas, que la aparición de Rumer en la escena musical ha sido una bendición.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘It Could Be The First Day’, ‘The Same Old Tears On A New Background’, ‘Travelin’ Boy’, ‘Sara Smile’
Te gustará si te gustan: las versiones personalizadas, las buenas voces femeninas, el pop/rock suave de los 70
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